Tratamiento

Citalopram para la conducta impulsiva agresiva

El citalopram es una opción segura y eficaz para el tratamiento de pacientes que experimentan conductas agresivas impulsivas.

Autor/a: Reist C, Nakamura K, Sagart E y colaboradores

Fuente: Journal of Clinical Psychiatry 64(1):81-85, Ene 2003

La bibliografía indica que los trastornos de la función de la serotonina central tienen un papel importante en las conductas suicidas, agresivas y en otros rasgos de la personalidad caracterizadas por la impulsividad. Las patologías psiquiátricas como el trastorno obsesivo-compulsivo, trastornos alimentarios,  parafilias y el trastorno del control de los impulsos no clasificado poseen características en común que involucran problemas de control de impulsos posiblemente asociados con disfunción serotoninérgica. El hallazgo de la disminución de la actividad de la serotonina en individuos que exhiben conductas impulsivas llevó a la noción de que el control del comportamiento está estrechamente relacionado con el sistema serotoninérgico.

Varios agentes podrían ser eficaces en la moderación de la conducta impulsiva y agresiva en el ser humano. Estos incluyen litio, carbamazepina, inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina, betabloqueantes, fenfluramina, entre otros. Sin embargo, los trabajos más recientes se centraron en los inhibidores selectivos de la recaptación de la serotonina y en el valproato.A pesar de la evidencia de la asociación entre serotonina e impulsividad, la cantidad de trabajos clínicos es limitada. Por lo tanto, el presente estudio piloto fue diseñado para analizar si el citalopram, inhibidor selectivo de la recaptación de serotonina, puede reducir la conducta agresiva impulsiva en sujetos con trastorno de la personalidad del grupo B o trastorno explosivo intermitente.

Métodos

Mediante anuncios en periódicos, los investigadores se contactaron con individuos con problemas de control de la ira al punto de ejercer un impacto negativo en el funcionamiento interpersonal, laboral o ambos. Los sujetos debieron cumplir los criterios del DSM-IV para los trastornos de la personalidad del grupo B (límite, narcisista, antisocial o histriónico) o trastorno explosivo intermitente. Los participantes debieron presentar un puntaje de 15 como mínimo en la subescala de agresión de la Escala de Agresión Manifiesta Modificada (OAS-M). El estudio incluyó evaluación médica y psiquiátrica y pruebas de laboratorio (chem-20, función tiroidea, hemograma completo, análisis de orina, pesquisa de drogas en sangre).

Las escalas administradas inicialmente comprendieron OAS-M, Escala de Impulsividad de Barratt (BIS-11), Cuestionario de Hostilidad de Buss-Durkee (BDHI) y la Escala de Clasificación de la Depresión de Montgomery-Asberg (MADRS). Después de la evaluación inicial, los pacientes comenzaron el tratamiento con 20 mg diarios de citalopram. La dosis fue aumentada semanalmente, hasta un máximo de 60 mg diarios, en quienes la toleraron. Los sujetos fueron evaluados semanalmente durante el primer mes y cada 2 semanas con posterioridad. Todos los individuos mantuvieron la misma dosis entre las semanas 5 y 8. La OAM-S y la MADRS fueron completadas en cada visita. La BIS se realizó a la cuarta semana y al final del estudio y el BDHI se completó una vez finalizada la intervención.

Resultados

La muestra final incluyó 25 sujetos, con una media de edad de 37.9 años. El diagnóstico más frecuente fue el trastorno límite de la personalidad, seguido por trastorno explosivo intermitente y trastorno de personalidad. La conducta agresiva fue de carácter leve a moderado y con mayor frecuencia comprendió arranques verbales, portazos o colgado brusco del teléfono, golpes de puños contra paredes y gestos hostiles hacia terceros. El ataque físico fue el comportamiento menos frecuente.

Los antecedentes psiquiátricos fueron importantes (abuso de sustancias, depresión, intentos de suicidio y conducta autolesiva). Además, 13 sujetos fueron arrestados y 8 de ellos encarcelados. Catorce personas recibieron tratamiento psiquiátrico con anterioridad. La escala de clasificación OSA-M posee tres componentes (puntaje de agresión total, puntaje de irritabilidad subjetiva y puntaje de irritabilidad manifiesta). Con el tratamiento, todos los parámetros disminuyeron de forma rápida y sostenida. Igualmente, el puntaje BDHI total también descendió notablemente con la intervención. Las variaciones fueron significativas en la hostilidad indirecta, irritabilidad, resentimiento y hostilidad verbal, no así en agresión, negativismo, sospecha y culpa.

En la BIS-11 las disminuciones más importantes se observaron en impulsividad no planificada y en la impulsividad cognitiva, no así en la impulsividad motora. Por otra parte, aunque ningún sujeto cumplió con los criterios de depresión mayor, la presencia de síntomas depresivos leves no fue infrecuente. El puntaje de la MADRS disminuyó con la intervención, sin relación entre la depresión inicial y las medidas de agresión o impulsividad. En otro orden, la droga fue bien tolerada. El efecto adverso más común fue la disfunción sexual, seguida por síntomas gastrointestinales y sedación.

Conclusión

La presente experiencia demostró la eficacia del citalopram en la reducción de las conductas agresivas impulsivas en sujetos con diagnóstico de trastorno límite de la personalidad o de trastorno explosivo intermitente. Los autores señalan que nuevos estudios permitirán la comparación de los efectos antiagresivos de los antidepresivos serotoninérgicos con los de aquellos con mecanismos no serotoninérgicos.

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