Estas son algunas de las conclusiones de una encuesta personal que llevó adelante el Centro Latinoamericano de Salud y Mujer (CELSAM) el año pasado y de las consultas que las mujeres hacen al servicio teléfonico que ofrece la organización.
Ambas fuentes revelaron que muchas veces no alcanza "saber que hay que cuidarse" para decidirse a consultar. "En estos temas que pasan por la salud sexual y reproductiva también intervienen el temor al dolor físico y el pudor", señaló la doctora Alicia Figueroa, del CELSAM.
Según el informe del CELSAM, las mujeres más jóvenes temen al dolor físico que la consulta médica pueda ocasionarles, al desconocer la técnica sencilla y rápida de recolección de una muestra para un Papanicolaou.
"Las adolescentes suelen fantasear que el estudio será cruel y doloroso y lo posponen indefinidamente", comentó la médica.
Asimismo, "las de mayor edad temen que el médico les pueda notificar un resultado adverso en sus estudios y prefieren mantenerse en la ignorancia de una supuesta enfermedad antes que recibir, en el peor de los casos, un tratamiento oportuno que les salvaría su vida", ejemplificó la médica.
Si resulta difícil para muchas mujeres concurrir al ginecólogo para consultar sus dolencias físicas, es mucho más arduo concurrir a la consulta cuando el inconveniente puede tener con ver con la insatisfacción sexual.
"Falta de deseo, dolor durante las relaciones sexuales, dificultad para lograr el orgasmo, dudas y curiosidades sobre otras maneras de explorar la sexualidad muy rara vez llegan al consultorio del ginecólogo", comentó la especialista.
El 42 por ciento de las consultas telefónicas al CELSAM sobre sexualidad se relacionan con estos temas y un 25 por ciento es de adolescentes que quieren saber qué esperar de su primera relación sexual.
Lejos de incluir el tema y generar el ambiente propicio para una charla sobre sexualidad, los médicos suelen excluir este tópico, de sus preguntas clínicas de rutina.
"Cuando una mujer se anima a proponer la pregunta a su ginecólogo, en general ya ha pasado mucho tiempo de angustia e incluso de sufrimiento y la respuesta que recibe, aunque bien intencionada, suele estar teñida de las opiniones o experiencias propias del profesional", explicó Figueroa.
"La currícula universitaria no incluye la sexualidad humana como materia y, a menos que el profesional haya investigado estos temas luego de graduarse, frente a las preguntas sobre sexualidad se sentirá en igualdad de condiciones para responderlas que su paciente", añadió.
La especialista dijo que "aún en presencia de una dolencia concreta, muchas mujeres eligen informarse en revistas o internet para omitir la visita al médico y de esta manera muchas veces se termina perdiendo tiempo y dinero porque se gasta en tratamientos no adecuados a su condición médica".
"Cuando se elude una situación por temor, se termina buscando cualquier excusa para no enfrentarla y aquí podemos encontrarnos con justificaciones variadas, como la fantasía de que el Papanicolau es doloroso o la vergüenza a la revisación por parte de un ginecólogo varón", añadió la ginecóloga.
Por su parte, la directora de LALCEC, Silvina Witis, dijo que "es verdad que el temor al resultado de los análisis, es decir, el miedo a recibir una mala noticia, influye en la decisión de omitir los controles, pero ¿no tendría que ser al revés?".
"Lamentablemente también hay una atención deficitaria a pesar de los bajos costos o de los servicios gratuitos", comentó Witis.
"Para hacerse una mamografía a veces se dan turnos con 3, 4 y 5 meses de espera en los hospitales y obras sociales" agregó la titular de LALCEC.
"Es cierto -dijo Figueroa- el CELSAM recibe llamados a la línea gratuita 0800-888-235726 y cuando la profesional recomienda asistir al médico para asegurarse un correcto diagnóstico y tratamiento, las mujeres exponen que el sistema público o las obras sociales son burocráticos y se les complica el acceso al turno y a la consulta".