Ciencia/Psicología

¿Cuánto dura la pasión?

Científicos italianos probaron que las sensaciones típicas del enamoramiento se diluyen al cabo del primer año de romance, cuando desciende abruptamente el nivel de una proteína vinculada con la euforia que produce el estar locos de amor.

Se acerca el horario en que él o ella prometieron llamar o pasar a buscarnos, pero nuestro corazón ya no se acelera ni la mirada regresa mecánicamente hacia el teléfono o la puerta. ¿Qué nos pasa? ¿De golpe se terminó el amor?

No.

O, al menos, no necesariamente.

Preocupado por esta clase de vicisitudes, el científico Enzo Emanuele, del Laboratorio de Investigaciones en Medicina Molecular de la Universidad de Pavia, al norte de Italia, metió sus narices entre las cataratas de hormonas que bullen en la sangre de quienes transitan los primeros tiempos del flechazo y halló que tanto varones como mujeres duplicaban la concentración de una sustancia que podría explicar esas sensaciones tan características de cuando estamos locos de amor: mariposas en la panza, taquicardia, manos húmedas y temblorosas, la cabeza navegando entre nubes…

El secreto parece radicar en los niveles de una proteína llamada "factor de crecimiento neural", más conocida por su sigla NGF (del inglés neural growth factor), que ya ha sido descripta en numerosas situaciones biológicas, y que estimularía el crecimiento y la diferenciación de los nervios sensoriales.

El problema es que ese estallido del NGF no dura para siempre.

Los resultados indican que al cabo de poco más de un año (y esto aunque las cosas vayan viento en popa), los niveles de esta sustancia disminuyen, debido a un mayor sentimiento de estabilidad y seguridad hacia la pareja. "El aumento del factor de crecimiento neural –dice el científico italiano, que publicó su estudio a fines de noviembre último, en el Psychoneuroendocrinology Journal– proviene del torrente de adrenalina que se genera cuando florece el amor… Es la primera vez que se demuestra que esa sustancia está elevada en personas que se han enamorado recientemente; hasta ahora no se conocía su importancia en la química social de los seres humanos."

Para probar sus afirmaciones, los investigadores italianos analizaron niveles de distintas proteínas en personas con menos de seis meses de relación, y que admitían pensar en él o en ella al menos cuatro horas por día. Las mediciones se repitieron en esos mismos individuos, pero poco más de un año después.

Sin embargo, el coautor del estudio, Pierluigi Polito, aclaró que la disminución de esta hormona no implica el fin del amor, sino más precisamente de la fase aguda del romance.

Entre los distintos neurotransmisores que se elevan durante el inicio de una relación amorosa está también la dopamina, vinculada con el sentimiento de bienestar, y las sensaciones de energía y euforia. Como la dopamina activa el circuito cerebral de la recompensa, se relaciona además con la necesidad de repetir conductas en forma compulsiva. Por eso, además de estar involucrada en los procesos adictivos, al producirse en grandes proporciones en el cerebro enamorado explicaría esa propensión a repetir y repetir las mismas rutinas junto a la otra persona, sin amenaza de aburrimiento ni atisbos de hartazgo.

El hallazgo del equipo italiano de Pavia complementa descubrimientos anteriores. Helen Fisher, de la Universidad de Rutgers, en Nueva Jersey, EE.UU., señaló que las sensaciones típicas del enamoramiento ponen en marcha las mismas redes cerebrales primitivas que evolucionaron más tarde hacia las conductas reproductivas de los mamíferos, posiblemente las más sofisticadas del planeta.