El dolor puede ser curado o mitigado simplemente mirando en un espejo el sector del cuerpo que no sufre ningún dolor, según un estudio publicado en la última edición de la publicación científica Medicina Clínica.
El método desarrollado por investigadores de la Universidad de Bath y el Hospital Nacional Real para las Enfermedades Reumáticas del Reino Unido se basa en una nueva teoría sobre cómo se experimenta el dolor cuando los médicos no pueden encontrar una causa directa.
Los expertos estudiaron a pacientes que sufren el síndrome de dolor regional complejo (conocido como CRPS, por su sigla en inglés). Es un trastorno que lleva a sufrir de manera intensa, sin que el dolor tenga relación con la gravedad de la herida. Incluso hay quienes sufren dolores en miembros amputados.
El modelo "cortical" del dolor sugiere que la imagen cerebral del cuerpo puede ser defectuosa, lo que causaría una ruptura entre el sistema cerebral de control del movimiento y el sistema sensorial.
Entonces plantearon como hipótesis si podían engañar al cerebro con el uso de espejos. Y condujeron al grupo de estudio, que sufre CRPS, a realizar una rutina de ejercicios frente a un espejo.
En otro estudio publicado en la revista Reumatología a principios de año se había expuesto esta hipótesis del poder de la imagen.
Los investigadores Candy McCabe y el profesor David Blake ubicaron espejos de manera que los pacientes solo podían percibir el lado sano del cuerpo. Los instruyeron a que se concentraran en la imagen que veían y trataran de pensar en que lo que veían era una real representación de ellos mismos.
"Tres de ellos se curaron inmediatamente, pero una vez que se quitó el espejo, el dolor regresó", explicaron los investigadores. Cuando continuaron con la "terapia del espejo", otras seis personas se curaron.
En general, más de la mitad reportó una reducción del dolor, durante el ejercicio y luego también. Cuando utilizaron una tabla blanca para evitar que vean la parte del cuerpo dolorida, los resultados no se repitieron.
¿Cómo lo explican?
"Pensamos que es el mismo sistema que se dispara cuando uno baja las escaleras, no 've' el último escalón y se sorprende", dice McCabe. Lo que falla en ese caso es la predicción que el cerebro hizo de lo que iba a pasar y entonces lo invade la sorpresa.
"Esto sucede porque en la mayoría de los casos, la conciencia y experiencia de nuestros miembros está basada en la predicción, más que el estado real", continuó. Se confirmaría que este sistema es el responsable del dolor que sufren los pacientes sin razones clínicas.