La Hemorragia Digestiva Alta es una presentación bastante frecuente y está asociada con una significativa morbimortalidad.
Se estima que mas de 350 mil admisiones hospitalarias anuales por hemorragia Digestiva Alta (HDA) ocurren en los Estados Unidos, con una mortalidad promedio aproximada de un 10%. Inglaterra presenta una incidencia anual de 103/100 mil adultos. La Endoscopía Alta (FGC), debe considerarse como la primera intervención para establecer la etiología y magnitud del sangrado.
La FGC temprana permite un tratamiento endoscópico y la estimación de riesgo de recurrencia del sangrado. Estos beneficios tienen gran importancia en el manejo práctico del paciente, desde que los tratamientos endoscópicos han educido las complicaciones asociadas a la HDA, permitiéndole al médico tratante elegir el adecuado grado de cuidado y racionalizarlo según el riesgo de resangrado.
Con un selectivo uso de los servicios ambulatorios y recursos de la salud, la Endoscopía con intenciones terapéuticas, está asociada a una disminución de los costos asistenciales de éstos pacientes.
Evaluación Inicial del Paciente con HDA
Estos pacientes requieren de una evaluación clínica inicial, con una historia clínica y exámen físico, enfocados en determinar la posible causa y severidad del sangrado. Este enfoque debe incluir una investigación de las causas más frecuentes de sangrado, tales como la Ulcea, Péptica gastro-Duodenal, Gastroduodenitis, Esofagitis, Mallory-Weiss, Várices Esófago-Gástricas y con menos frecuencia las lesiones neoplásicas. Estas etiologías sin contar las neoplásicas, representan el 90% de las causas de HDA.
Es importante reconocer que la morbilidad y mortalidad asociada al sangrado por várices de esófago y estómago, continúan altas, requiriendo un rápido y específico tratamiento (las hemorragias por Várices genralmente son severas, siendo la mortalidad en cada episodio de un 30 a 50%, dependiendo fundamentalmente del estadio evolutivo de la hepatopatía).
Factores adversos tales como la edad, enfermedades asociadas, el uso de anticoagulantes, deben identificarse. También debe averiguarse si existe ingesta de AINES, incluyendo dosis antiagregantes de ácido acetil salicílico, (incluso dosis pequeñas de AAS pueden favorecer la producción de úlceras y sangrado).
La evolución inicial debe determinar si el sangrado es alto o bajo. Aunque esto puede ser clínicamente obvio, casos ambiguos pueden darse en un significativo número de pacientes. En muchos casos, especialmente en aquellos que se presentan con un gran sangrado rectal y/o melena, pero que no tienen hematemesis, la colocación de una SNG nos puede asegurar si aspiramos sangre que el sangrado es alto. Sin embargo hay veces que puede haber ocurrido un sangrado significativo y la SNG es negativa, e incluso con bilis. También la SNG, nos permitirá limpiar el estómago de sangre haciendo lavados gástricos, así la endoscopia se podrá realizar en mejores condiciones de visión.
Valoración Preendoscópica
La endoscopía diagnóstica y terapéutica para evitar el resangrado, debe ser considerada como el primer paso.
La Endoscopía de emergencia, debe realizarse en los pacientes que no se logran estabilizar hemodinámicamente o que presentan signos de sangrado continuo. La intención es que la terapéutica endoscópica hemostática favorezca la estabilización del paciente.
Debe realizarse la endoscopía lo mas precozmente posible, si bien es difícil por las condiciones del paciente y la habitual presencia de abundante sangre que impide una adecuada visión; localiza el sitio de la lesión sangrante o demuestra la misma, descarta las várices como causa del sangrado masivo y permite realizar medidas terapéuticas endoscópicas. No debe olvidarse en el caso de las varices esofágicas, que por lo menos el 50% de pacientes que las presentan sangran por otras causas. La Endoscopía debe realizarse en las primeras 24 horas en los pacientes que no tienen signos de sangrado activo y están hemodinámicamente estables.
Múltiples estudios han demostrado que la utilización de inyección de adrenalina, o electrocoagulación con pinza térmica, o coagulación con gas argón, facilitan el control del sangrado, reducen el resangrado y la morbimortalidad a corto plazo.