Los afectados son en su mayoría pacientes de edad avanzada, con una prevalencia alta de factores de riesgo, entre los que destaca la diabetes, y en muchos casos de antecedentes cardiovasculares, principalmente angina de pecho.
El registro DESCARTES, elaborado por la Sección de Cardiopatía Isquémica de la Sociedad Española de Cardiología y cuyos resultados se publican en el último número de la "Revista Española de Cardiología", constituye un instrumento muy valioso para conocer cuál es la realidad asistencial en España y comprobar si las actuaciones que en la actualidad se llevan a cabo son las idóneas para lograr los resultados más óptimos. Los datos han mostrado, en cambio, que algunas medidas diagnósticas y terapéuticas eficaces se utilizan menos de lo recomendado por las guías de práctica clínica vigentes y que es preciso mejorar la calidad de la atención médica a estos enfermos.
El SCASEST constituye uno de los dos grandes grupos en que se divide en la actualidad el síndrome coronario agudo –el otro es el SCA con elevación de ST, observable en el electrocardiograma-. El hecho fisiopatológico fundamental es la rotura de la placa aterosclerótica y la formación de un trombo, generalmente no oclusivo, a lo cual se unen siempre otros factores que condicionan el cuadro clínico y el pronóstico.
De ahí que bajo esta denominación encontremos a una población muy heterogénea de pacientes en cuanto a la gravedad de la enfermedad coronaria y probabilidad de presentar complicaciones derivadas de ella, como muerte o infarto de miocardio.
El registro español ha incluido a todos los pacientes con SCASEST ingresados durante el mes de abril de 2002 en una muestra representativa de los centros hospitalarios españoles, públicos y privados, que manejan habitualmente este tipo de enfermos: en total, 1.877 enfermos procedentes de 45 hospitales -que previamente habían pasado un control de calidad-. Todos permanecieron ingresados durante al menos 24 horas por un cuadro clínico que sugería un SCASEST, aunque sólo uno de cada cuatro fue atendidos en una UCI o una Unidad Coronaria. La mayoría recibieron un diagnóstico definitivo de angina inestable (54%) o de IAM sin onda Q (25%), mientras que en un 18% se descartó tras la hospitalización el origen coronario del cuadro clínico. Posteriormente se realizó un seguimiento telefónico centralizado de los pacientes a los 6 meses, en el que se evaluó retrospectivamente la aparición de eventos cardiovasculares mayores, como muerte o el reingreso por causas cardiovasculares. Curiosamente, en el último grupo –el 18%-, pese a haberse descartado el origen coronario, fallecieron un 2,6% de los enfermos, lo que sugiere una posible imprecisión en el diagnóstico.
Los investigadores participantes en el DESCARTES han destacado que el hallazgo de estas deficiencias ha de ser un estímulo para revisar la propia práctica clínica en este tipo de pacientes e iniciar procesos de mejora de su calidad adaptados a las recomendaciones clínicas.
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