La incontinencia fecal es un desorden sorprendentemente común que recibe poca atención en publicaciones generales y médicas. Puede contribuir a la morbilidad (tal como las infecciones del tracto urinario y úlceras de decúbitos) y puede sobrecargar a los pacientes con gastos financieros substanciales continuos [1], pero su efecto principal es sobre la calidad de vida. Los pacientes con incontinencia fecal sufren de vergüenza, pena y, a veces, depresión; algunos deben planear su vida manteniendo un rápido y fácil acceso a un baño.
Frecuentemente, se privan o hasta evitan completamente las actividades que otros miembros de la sociedad dan por sentado: ir de compras, al cine, cenar afuera o tener relaciones sexuales. Desgraciadamente, muchas de las limitaciones de estas formas de vida son innecesarias, ya que la mayoría de los casos de incontinencia fecal son tratables. La barreras al tratamiento incluyen la falta de voluntad de los pacientes a mencionar por primera vez el tema con los proveedores de cuidados de la salud debido a vergüenza o a falta de conocimiento sobre la disponibilidad de tratamiento. Aún peor, muchos proveedores de cuidados de la salud son, de manera similar, reticentes o ignorantes.
Epidemiología
La incontinencia fecal es la pérdida involuntaria de contenidos rectales a través del canal anal. La verdadera prevalencia no es conocida, debido a la falta de definiciones estándares basadas en la severidad y frecuencia, diferencias en la colección de datos, síntomas no reportados por los pacientes y variaciones en la poblaciones usadas como muestra. Los estudios internacionales basados en población han provisto estimaciones amplias y variadas de prevalencia, yendo desde 0.004 a 18% [2-6].
Una encuesta telefónica en Estados Unidos encontró una prevalencia de 2.2%; de las personas que reportaron síntomas, 30 tenían más de 65 años y el 63% eran mujeres [5]. Las series clínicas más reportadas tienen un predominio substancial de pacientes mujeres, pero los estudios epidemiológicos tienden a mostrar una distribución igual en los sexos. La razón de esta discrepancia no se conoce, pero puede relacionarse, en parte, con la edad y sexo de los individuos que buscan activamente tratamiento.
La prevalencia de incontinencia fecal depende fuertemente de la población estudiada. En Suiza [7], la prevalencia fue 4.4% en la comunidad, 5.6% para pacientes ambulatorios generales, 6.7% para pacientes prenatales y 15.9% para pacientes uroginecológicos. Un estudio en EEUU de pacientes ambulatorios [2] encontró una prevalencia global del 18.4%. La prevalencia fue el doble de alta para pacientes consultando a un gastroenterólogo (26.0%) que la de aquellos consultando a un médico de cuidado primario (13.4%). La información de EEUU, estratificada por la frecuencia de episodios, mostró que la incontinencia ocurría diariamente en el 2.7% de los pacientes, semanalmente en 4.5% y mensualmente o menos en 7.1%. La incontinencia fecal sintomática ocurre en el 21% de las mujeres presentándose con incontinencia urinaria, prolapso de órganos pelvianos o ambos [7].
La incontinencia fecal afecta desproporcionadamente a los individuos con discapacidades físicas y mentales severas. Los pacientes que viven en instituciones tienen una tasa extremadamente alta de incontinencia fecal. El pobre estado funcional, habilidad cognitiva dañada y movilidad limitada, todos contribuyen a la incontinencia en los residentes de hogares con cuidados de enfermería [8] y las tasas de incontinencia se elevan con la duración del tiempo pasado en dichos lugares [9]. Un estudio canadiense de pacientes hospitalizaos durante largo tiempo encontró una prevalencia de 46% [10]. De forma similar, en un encuesta norteamericana de pacientes en hogares con cuidados de enfermería, un 47% tenían incontinencia fecal [3].
Una explicación para estas sorprendentes altas proporciones es la edad avanzada, debilidad severa y los numerosos problemas médicos asociados de esta población. Sin embargo, otra explicación podría ser que la incontinencia fecal afectando a un niño o a un padre simplemente no puede ser manejada por la mayoría de los familiares y que su desarrollo generalmente obliga al alojamiento en un establecimiento con cuidados de enfermería. Dos estudios de pacientes muy ancianos (uno centralizado en los pacientes en geriátricos, el otro en aquellos que viven en sus casas) encontró una asociación entre la incontinencia fecal severa y el aumento de la mortalidad [9,11].
Los síntomas no reportados por pacientes es una gran razón para el tratamiento por debajo de lo óptimo. Sólo un tercio de los pacientes sintomáticos en los Estados Unidos discuten su incontinencia fecal con sus médicos [2]. En los Emiratos Árabes Unidos, el 60% de las mujeres multíparas con incontinencia fecal no buscaron consejo médico por vergüenza, la esperanza de que el problema se resuelva espontáneamente, la asunción de que la incontinencia fecal es normal o bajas expectativas sobre el cuidado médico [12].
Artículo comentado por el Dr. Rodolfo Altrudi, editor responsable de IntraMed en la especialidad de Cirugía General.