Los quistes broncogénicos corresponden a tejido pulmonar que, debido a una anomalía de la diferenciación del árbol traqueobronqueal, forman estructuras no funcionales de tipo quístico. Se suelen ubicar en el mediastino, en relación con el árbol bronquial o en la periferia del parénquima pulmonar Sin embargo, existen casos infrecuentes en que el quiste se localiza en la pared torácica, principalmente en el tejido celular subcutáneo presternal, en la región cervical y el abdomen..
Caso clínico
Paciente de 10 años de edad, sexo masculino, sin antecedentes de importancia, con historia de aumento de volumen localizado en las partes blandas del tercio superior de la región preesternal, 4 años de evolución, de crecimiento lento y sin otros síntomas asociados.
Al examen físico, se palpa lesión nodular subcutánea 2 x 3 centímetros de diámetro, de consistencia quística, escasa movilidad, sin alteraciones de la piel. El diagnóstico preoperatorio fue de quiste dermoide. El estudio anátomopatologico demostró una formación quística que contiene epitelio columnar de tipo ciliado pseudoestratificado, característico de los quistes broncogénicos, comprobándose además un trayecto fistuloso microscópico
Una vez hecho el diagnóstico, se solicitó radiografía de tórax, que no mostró alteraciones, y se tomó fotografía de la cicatriz. A un año de la operación, el paciente se encuentra asintomático.
Embriología de la formación del árbol traqueobronquial y de la pared torácica:
La yemación ventral del intestino anterior comienza a partir de la semana 5ª de gestación, cuando se desarrolla el árbol bronquial por divisiones sucesivas. La formación de la pared anterior del tórax, por su parte, se completa en una etapa más tardía, durante el 3º y 4º mes de gestación1. Se postula que los quistes broncogénicos se originan entre la 5ª y 7ª semana de gestación, por lo que su ubicación fuera de la cavidad torácica debiera ocurrir posterior a su formación, ya sea por migración, o por formación tardía del quiste, a partir del pinzamiento de tejido pulmonar normal dada por los procesos esternales durante su fusión en la línea media.
Los quistes de localización extratorácica se ubican en su mayoría en la región presternal, sin embargo, también estos quistes se han localizado en el mentón, cuello, regiones infraclaviculares, hombros y dorso.
Los autores mencionan la existencia de reportes aislados de localización retroperitoneal e intraabdominal, los que se explicarían por migración del quiste al momento de la formación del diafragma. Se manifiestan como una masa quística solitaria, cuyo diagnóstico suele ser postoperatorio y es establecido por el estudio histológico.
Diagnóstico diferencial:
Debe hacerse con otras formaciones quísticas subcutáneas de ubicación similar. Los quistes del conducto tirogloso y los quistes branquiales, los que pueden tener zonas con epitelio respiratorio, pero no contienen cartílago, tejido muscular liso ni glándulas seromucinosas, a diferencia de los quistes broncogénicos.
Clínicamente, la mayoría de los pacientes presentan un nódulo subcutáneo presternal, asintomático, que debuta en la niñez. Puede haber un trayecto fistuloso, que la mayoría de las veces no llega al mediastino y que puede condicionar infecciones recurrentes.
Según los autores de esta revisión en la mayoría de los pacientes el diagnóstico se realiza una vez hecha la cirugía, ya que la posibilidad de encontrar un trayecto fistuloso macroscópico que comunique con la cavidad torácica es baja. Si la confirmación se realizó con el estudio histológico, se debe realizar estudio postoperatorio con radiografía de tórax. Descartada esta última, no suele haber recurrencia del quiste.
Los autores afirman que solo si la radiografía de tórax no es concluyente, deben plantearse otros estudios de imágenes (TAC, RNM).
Dado que existe evidencia de que estos quistes pueden malignizarse en la adultez, se enfatiza la extirpación quirúrgica completa. Los autores concluyen que el quiste broncogénico extratorácico es muy infrecuente, suele ser presternal, el diagnóstico preoperatorio es poco probable. Su tratamiento quirúrgico suele ser curativo, excepto si hay extensión intratorácica, lo que conlleva a una cirugía de mayor complejidad para resecar todo el quiste.
Artículo comentado por el Dr. Edgardo Checcacci, editor responsable de IntraMed en la especialidad de Pediatría.