En los últimos años se han realizado importantes contribuciones para el diagnóstico del CMV y, en especial, para su profilaxis y tratamiento. "El hecho de que este Curso se desarrolle en el seno de la Cátedra de Trasplantes de la UAM pone de manifiesto su apuesta por la Formación Continuada en los problemas de la práctica clínica diaria, y en particular de aquellas áreas en las que se han realizado recientemente contribuciones relevantes", destaca Armando Torres, co-coordinador de esta Jornada y jefe clínico del Servicio de Nefrología del Hospital Universitario de Canarias (Tenerife).
La infección por CMV es una de las más comunes en el paciente portador de un órgano trasplantado, pudiendo afectar seriamente tanto a la morbilidad como a la mortalidad. Tal y como lo explica el Dr. Albert Pahissa, co-coordinador de este encuentro y jefe del Servicio de Enfermedades Infecciosas del Hospital Vall d'Hebron de Barcelona, "la infección por citomegalovirus tiene un impacto negativo doble en el trasplante de órganos sólidos (corazón, pulmón, hígado y riñón): "por una parte, es un patógeno importante porque en pacientes inmunodeprimidos eleva la morbimortalidad en sí mismo; por otra, y aunque todavía es poco valorado este efecto indirecto, desencadena una nefasta cadena inmunológica que eleva el riesgo de rechazo del órgano trasplantado". Por todo ello, y según añade, "al menos durante un año después del trasplante, este microorganismo hay que tenerlo muy bien controlado, puesto que puede marcar el pronóstico del paciente".
Los últimos datos indican que el riesgo de rechazo del injerto se eleva de 5 a 10 veces (según el tipo de órgano trasplantado) cuando el paciente ha presentado una enfermedad por CMV.
Aparte de la elevada morbimortalidad inherente a la infección, hoy se sabe que la infección por CMV favorece el desarrollo de rechazo agudo del órgano trasplantado, así como la sobreinfección por gérmenes comunes u oportunistas. Además, esta infección favorece también el desarrollo de PTLD (trastornos linfoproliferativos postrasplante). Por último, estudios epidemiológicos recientes en población no trasplantada han demostrado una asociación entre infección pasada por CMV (serología positiva) y reestenosis tras angioplastia coronaria, así como con enfermedad ateromatosa.