Durante siglos, la soja fue un componente de la dieta en muchos países. Las isoflavonas (IF) han sido consumidas en cantidades importantes por estas poblaciones. Nada indica que esto haya generado riesgos para la salud humana, al contrario, estudios epidemiológicos sugieren un efecto protector de estos componentes contra enfermedades crónicas, entre ellas el cáncer de mama, endometrio y próstata.
Esta revisión evalúa la seguridad de las IF de la soja, a través de trabajos en humanos y animales.
Las IF son compuestos difenólicos, conocidos como fitoestrógenos (FE), que tienen similitudes estructurales y funcionales con los estrógenos humanos. Existen 230 tipos de IF, 3 de ellas (daidzeína, genisteína y gliciteína) son las más importantes y la principal fuente dietética son los porotos de soja. El contenido de IF de la soja varía según la variedad del poroto, zona geográfica, año y condiciones del cultivo. Al procesar el poroto, en forma casera o industrial, aumenta la hidrólisis de las IF y mejora la biodisponibilidad. Los alimentos de soja consumidos más frecuentemente son: leche de soja (preparado con porotos procesados y agua), tofu (hecho a partir de leche de soja con un coagulante), miso (pasta que se hace con porotos de soja madurados por 1 a 3 años junto a un grano similar al arroz), tempeh (torta hecha con porotos fermentados con arroz), natto (un aderezo para arroz y vegetales hechos con porotos fermentados y tofu frito). La fermentación hidroliza parcialmente los glucósidos de IF, dando mayor concentración de agliconas.
Los estudios que cuantifican la ingesta de IF muestran mayor consumo en asiáticos (promedio 100 mg diarios de iF). La ingesta disminuyó en esta poblaciones a partir de los 90', se han reportado consumos de 50 a 100 mg diarios, pero aún es notoria la diferencia con países occidentales que tienen un consumo de 2 mg diarios de IF.
El efecto biológico de las IF depende de su forma química y el metabolismo propio de cada individuo. Las variaciones entre los diferentes sujetos depende de la hidrólisis por las bacterias intestinales, el tránsito intestinal, la edad del sujeto, el grupo étnico al que pertenece, drogas, ph intestinal, la dieta, presencia o no de enfermedades intestinales e inmunidad del huésped. Luego de la absorción, en el hígado se conjugan y se excretan por la bilis. Una parte se reabsorbe y entra en el circuito enterohepático para finalmente eliminarse por orina, y otra parte se elimina por materia fecal. De las IF circulantes, las conjugadas con glucurónico son biológicamente inactivas, y las que circulan libres tienen actividad biológica.
Se ha reportado que las mujeres que consumen habitualmente soja, tienen aumento de la duración de la fase folicular del ciclo menstrual, mayor concentración sérica de estradiol en esta fase, y niveles menores de LH y FSH en la segunda fase del ciclo. Otros estudios no muestran diferencias. Las IF se han postulado como una alternativa al tratamiento de reemplazo hormonal en mujeres menopáusicas, para mejorar los síntomas de la menopausia (oleadas de calor, sudoración, etc.). La ingesta regular de soja, aún con el uso de estrógenos produce beneficios, y no presenta complicaciones. En varones, el consumo regular de soja no modifica el perfil hormonal, el volumen testicular ni la composición del semen.
El consumo de porotos de soja y sus derivados reduce el riesgo de enfermedad cardiovascular, baja las concentraciones de LDL-C y de triglicéridos, aumenta las HDL-C, inhibe la peroxidación de los lípidos, y baja la tensión arterial. Los países en los que se consume soja tienen menos prevalencia de algunos tipos de cáncer: de mama, endometrio y próstata, relacionado con la ingesta de proteínas de soja. En países occidentales este beneficio se observa en las personas que consumen más soja y los que siguen dietas vegetarianas.
Las enfermedades crónicas del sistema nervioso en asiáticos se presentan con frecuencias similares a poblaciones occidentales. Un estudio hecho en Hawai mostró asociación entre consumo de soja y enfermedad de Alzheimer, pero estos hallazgos parecen relacionarse con alguna otra característica de esta población, ya que no se ha observado esta asociación en otras poblaciones que comparten el mismo patrón de alimentación en relación a las IF.
Existen desacuerdos en relación a la seguridad en el consumo de soja en poblaciones pediátricas. Los niños tienen más sensibilidad a los efectos estrogénicos de las IF, pero no se han reportado complicaciones en poblaciones que consumen soja como parte de una dieta variada. Existen estudios que analizan los efectos d la exposición a soja en edades tempranas. Estos trabajos muestran que no hay diferencias significativas endocrinológicas en estos sujetos al llegar a la adultez. Es importante considerar que la exposición a soja fue con el uso de fórmulas comerciales fabricadas con proteínas de soja. Estas fórmulas están modificadas: tienen menos fitatos, y suplementación de algunos micronutrientes, como el Yodo.
Conclusiones:
Estudios hechos desde una perspectiva clínica, epidemiológica, farmacológica y toxicológica, muestran que el consumo regular de IF de soja a lo largo de los años, produce beneficios para la salud, es bien tolerada y segura.
Artículo comentado por la Dra. Débora Setton, editora responsable de IntraMed en la especialidad de Nutrición.