Asociación frecuente

Hipertensión arterial y ansiedad en atención primaria

La hipertensión arterial y la ansiedad bajo sus diferentes formas, son dos motivos de consulta muy frecuentes en atención primaria.

Autor/a: Dr. D. Pouchain

Indice
1. Desarrollo
2. Los pacientes ansiosos

Según un estudio de prevalencia conducido por la Sociedad francesa de medicina general, la hipertensión arterial ocupa un 13,6% de los actos en medicina general, que representa alrededor de dos pacientes por día y por médico. Para la ansiedad, los datos epidemiológicps son menos precisos; esto está vinculado a las diferentes definiciones empleadas por los médicos para caracterizar la ansiedad en general, y las diferentes formas de ansiedad en particular. De todos modos, se calcula en base a diversos estudios y estadísticas hospitalarias, que la prevalencia de estos trastornos estaría en torno a un paciente por médico y por día.

En los EUA, Sherbourne et al. efectuaron un importante estudio de comorbilidad hipertensión / ansiedad, y mostraron que en una muestra de 1475 adultos hipertensos, 1% sufría de ataque de pánico, 5,5% de trastornos fóbicos, 10% de ansiedad generalizada, y que sobre el total, un 25% sufría al menos de un síntoma o un trastorno ansioso que requería ser medicado. Estas cifras son iguales a las de los pacientes  con diabetes no insulinodependiente o con patología cardiovascular conocida, sy sugiere que toda enfermedad crónica es generadora de ansiedad "específica", dado que la prevalenciade los trastornos ansiosos en la población general de los EUA está estimada en 19%.

Además, un estudio de Jonas et al. ha demostrado que los pacientes que sufren de trastornos ansiosos graves tienen el doble de probabilidad de desarrollar hipertensión arterial dentro de los 9 años subsiguientes que los pacientes no ansiosos. Asismismo, una encuesta de framingham sugerría que para niveles elevados de ansiedad, el riesgo de hipertensión para los hombres de edad mediana se multiplica por 2,19.

Es así que las relaciones entre hipertensión, las diferentes formas clínicas de la ansiedad, y los síntomas ansiosos, son complejas no bien elucidadas aún. En atención primaria el problema es en primer lugar de orden diagnóstico y luego de orden terapéutico.

Etapa diagnóstica

Según Pouchain, existirían, esquemáticamente, dos situaciones clínicas:

1. El paciente consulta porque  "se le han" encontrado cifras elevadas de presión arterial.

2. El médico descubre cifras elevadas de presión arterial en el curso de una consulta por algún otro motivo, y pocas veces por síntomas relacionados con la hipertensión (el 90% de las hipertensiones son asintomáticas).

En estos cuadros el problema es confirmar la realidad y la permanencia de la hipertensión arterial, tomando en cuenta el contexto global en el que se inscriben las cifras. Salvo excepciones, nunca es urgente tratar una hipertensión arterial y, en cambio, es más inconveniente tratar demasiado rápido a un hipertenso que no lo es que demorarse en tratar a un verdadero hipertenso. El autor estima que en Francia es probable que del 10 al 20% de los hipertensos tratados no lo sean verdaderamente, mientras que cifras similares se aplicarían a hipertensos verdaderos no tratados. Por eso recomienda:

· Preguntar al paciente si las cifras de tensión elevada son habituales en él;

· investigar antecedentes personales y familiares de hipertensión;

· medir varias veces la presión arterial en el curso de la consulta y durante 2 ó 3 consultas ulteriores repartidas en varios meses;

· evaluar el consumo de alcohol del paciente;

· apreciar su estado psicológico en los registros de la ansiedad y la depresión;

· evaluar sus condiciones de vida familiar, profesional, afectiva y social con tacto y prudencia ya que no ha venido a la consulta para hacer confidencias;

· investigar factores personales en los acontecimientos recientes y consecuencias emocionales de ellos que podrían contribuir a una elevación ocasional de la presión arterial;

· efectuar un examen clínico centrado en el sistema cardio-vascular;

· poner en evidencia las "representaciones mentales" que pueda tener el paciente acerca de la hipertensión arterial para anticipar el diálogo ulterior y restar dramatismo al hecho clínico;

· explicar que cifras de tensión elevada descubiertas en una primera oportunidad no son forzosamente sinónimos de enfermedad hipertensiva y de tratamiento medicamentoso definitivo;

· alentar al paciente a expresarse, escucharlo y observar sus reacciones.

Pouchain otorga especial importancia a esta última fase, puesto que considera que el anunciar las cifras tensionales anormales puede provocar discursos y comportamientos reveladores de las representaciones mentales del paciente concernientes a la hipertensión arterial. Estas reacciones varían de un paciente a otro, y van desde la negación más absoluta (que planteará un problema de cumplimiento terapéutico) hasta la reacción ansiosa manifiesta (por lo general vinculada al saber y la experiencia personal y familiar del paciente acerca de la hipertensión arterial), pasando por la indiferencia distante.

El anuncio de cifras tensionales elevadas puede generar ansiedad y es conveniente restar dramatismo a la situación para prevenir la ansiedad anticipatoria de mediciones ulteriores de la presión arterial. Las reacciones del paciente dependen también de su personalidad.

Los de personalidad obsesiva, por ejemplo, puden llegar a hacerse tomar la presión a diario y a respetar los consejos de higiene más allá de los requerimientos del médico. Incluso algunos pacientes, inconscientemente satisfechos de tener una "verdadera enfermedad", corren el riego de "aferrarse" a su hipertensión arterial aún si las mediciones ulteriores no la confirman. Puochain destaca que la primera consulta por hipertensión arterial es más delicada desde el punto de vista de la relación que de la estrategia biomédica, que está bien codificada.