¿Cómo funciona la Sociedad de Obstetricia y Ginecología de Buenos Aires?
SOGIBA fue fundada en 1908 y ha desarrollado una actividad ininterrumpida desde entonces. En un principio, los profesionales miembros se encontraban dos veces por mes y leían trabajos que eran discutidos en público. Durante casi ochenta años la Sociedad siguió con esa práctica hasta que, en 1982, organizó las primeras Jornadas.
A partir de la década del ‘90 la Sociedad hizo un cambio, comenzó a crecer administrativamente y agrandó su propia sede. Además, se creó la Escuela de Postgrado (Escuela de Obstetricia y Ginecología de SOGIBA) que se ha convertido en la mayor escuela de graduados de la Argentina.
En la actualidad contamos con 911 miembros que cumplen numerosos requisitos para incorporarse en las distintas categorías: hay miembros titulares, adherentes, concurrentes y asociados.
¿Cómo funciona la Escuela de Graduados?
La escuela desarrolla una tarea con objetivos firmes en tres áreas: la informativa, la procedimental y la actitudinal. Cabe destacar que, en un año tan difícil como el pasado, mantuvimos 2600 horas docentes y llegamos a 900 alumnos. Los cursos que ofrecemos son esencialmente de capacitación y actualización.
También contamos con un Tribunal de Evaluación, formado por ex presidentes de la Sociedad, que otorga el título de especialista y la recertificación, que también es un atributo de la Sociedad.
¿Por qué se le da tanta relevancia a la recertificación?
Porque, por ejemplo, cuando yo era residente -en los años 60- nadie había escuchado hablar de la ecografía; apenas se había desarrollado la endocrinología y las aplicaciones de la biofísica. Con 35 años de experiencia mucho de lo que yo sabía no sirve más. Quiere decir que la educación continua es una obligación de los médicos para ofrecer no solo calidad en cuanto a destreza sino también actualización y conocimientos. En este momento la Sociedad es el mayor organismo de capacitación y certificación en la especialidad: realizamos entre 30 y 40 certificaciones por año.
También ofrecemos educación médica a distancia; nuestro programa cuenta con casi 1000 participantes en cuatro módulos anuales.
¿Por qué incorporaron esta modalidad no presencial?
Si bien las sesiones científicas anuales tradicionales se siguen dando, todo lo presencial es dificultoso. Por eso este año lanzamos sesiones interactivas - en tiempo real- como para poder llegar a mayor número de profesionales. El año pasado inauguramos nuestra página web que durante el último mes tuvo más de 3000 visitas. Nuestra expectativa es que el sitio siga creciendo porque consideramos que, como se están dando las cosas, el futuro inmediato está en la web por una cuestión de accesibilidad.
Lamentablemente, a mi generación esta posibilidad le llegó algo tarde. Por ejemplo, en 1972 publicamos –junto a un grupo de colegas- el primer libro latinoamericano sobre líquido amniótico. Recuerdo las horas que pasábamos yendo a las bibliotecas para buscar en forma manual todos los antecedentes... Hoy en día esto sería innecesario: con un simple acceso a internet podríamos contar con todo el material en menos tiempo y con menor esfuerzo.
No desconozco que lo presencial es muy importante para aprender una destreza. Pero gran parte de la base teórica puede resolverse en la web: imágenes, trazados, textos. Nosotros estamos tendiendo a que nuestra escuela vaya evolucionando hacia ello, sobre todo en aquellos temas que tienen muchas imagenes. Aún la evaluación se puede hacer por medio de la red.
¿Cómo impacta esta facilidad de acceso a la información en los pacientes?
Hoy en día todos los pacientes llegan a la consulta con mucha información obtenida en internet. Algunos hasta la traen impresa. No se puede evitar que la gente investigue los temas que la preocupan. Eso, a su vez, es un factor que obliga a actualizarse. Si bien me parece peligroso, no hay solución: no se puede prohibir.