¿Cómo escuchar a un paciente cuya queja es su cansancio?. ¿Tiene la fatiga un estatuto psicopatológico definido, corresponde a una entidad nosográfica particular? Su tratamiento, ¿incumbe al psiquiatra o al psicólogo clínico, o corresponde al médico clínico? Estas preguntas articulan un trabajo de F. Madioni, quien rastrea el concepto de fatiga crónica en la historia moderna de la psiquiatría hasta llegar a su reconocimiento como entidad nosológica en los sistemas diagnósticos actualmente vigentes; asimismo efectúa una descripción fenomenológica de la vivencia del paciente fatigado a partir de sus observaciones clínicas, que permite identificar el aspecto semántico del trastorno.
En el siglo XVIII aparecía en la medicina el término astenia. La patología interna es explicada por una falta o un exceso de excitabilidad de los músculos. En 1868-69 Miller Beard emplea el término neurastenia al identificar un cuadro de agotamiento físico y psíquico manifestado por ciertos pacientes, que comprende más de cincuenta síntomas reagrupados en grandes categorías. Su descripción da a entender la naturaleza biológica de la neurastenia.
Décadas después, Pierre Janet (1903) describe la psicastenia, una forma de neurosis diferenciada de la histeria y relacionada con ideas obsesivas, ideas que agotan al enfermo al intentar combatirlas. Su descripción del cuadro incluye los fenómenos físicos, psíquicos y los trastornos en la vida social. Observa que la evolución crónica y deficitaria es la más frecuente. Por su parte, Freud delimitaba el concepto de neurosis actual, que indicaba un trastorno de la vida sexual del paciente no ligado a su historia. Freud planteaba la oposición entre la psiconeurosis y la neurosis actual; en esta última el mecanismo sería somático y no simbólico.
En la nosografía actual, el término neurastenia se encuentra en la CIE-10 en el capítulo de las neurosis, designando un cuadro próximo al descripto por P. Janet. En cambio, en el DSM-IV no están los términos neurastenia y psicastenia; después de su mención en el DSM-II, éstos son abandonados en este sistema de clasificación de enfermedades mentales, permitiendo ubicarlo sólo parcialmente en el capítulo de "trastornos somatomorfos no especificados". A raíz de esta laguna en el diagnóstico, desde 1988, el Centro para el Control de Enfermedades (Center for Disease Control) denominó a este trastorno síndrome de fatiga crónica (SFC), y lo define así: "sentimiento subjetivo persistente de fatiga física y mental, que dura un mínimo de 6 meses y conduce a una reducción de, al menos, el 50% de la actividad habitual del sujeto".
En la última década los estudios conducen a un diagnóstico negativo sobre la base de la exclusión de patologías psíquicas, como los trastornos psicóticos y la depresión mayor, y de patologías somáticas.
El diagnóstico positivo es descriptivo: astenia, escalofríos sin fiebre, sensibilidad de los ganglios linfáticos sin adenopatías, mialgias, artralgias, cefaleas, malestares después de ejercicios físicos, trastornos del sueño, de la concentración y de la memoria. La entidad así configurada se asemeja pero no es idéntica a la descripta como psicastenia y no puede ser asimilada a ésta.
F. Madioni sostiene que después de estudiar esta enfermedad por más de una década, y sin que las hipótesis biológicas y fisiológicas hayan podido ser probadas, es su interés dar cuenta de esta patología desde el punto de vista de la psicopatología descriptiva y la observación clínica. Considera que es muy difícil objetivar con métodos cuantitativos los trastornos que, como éste, pertenecen a la esfera de la vivencia subjetiva del enfermo.