El esófago de Barrett es una complicación que aparece en una minoría de pacientes con enfermedad por reflujo gastroesofágico (ERG), y sería de poco interés si no se asociara con el adenocarcinoma del esófago, un cáncer cuya incidencia viene aumentado desde hace unos 30 años. El costo que genera la vigilancia de los pacientes es muy importante y comparable al que requiere la atención de los diabéticos insulinodependientes, agregado al hecho que tienen mayor riesgo de desarrollar adenocarcinoma de esófago.
Epidemiología
Se estima que el esófago de Barrett se encuentra aproximadamente en el 6 a 12% de los pacientes sometidos a endoscopia por síntomas por ERG y en el 1% o menos de la población de pacientes no seleccionados sometidos a endoscopia. Sin embargo, un análisis más estrecho de esos estudios indica que la mayor prevalencia, que llega al 12%, se obtiene de los estudios que definen al esófago de Barret como una franja de epitelio columnar en el esófago distal, mientras que los estudios que dan prevalencias más bajas del 5%, lo definen como una metaplasia intestinal ³ 3 cm. Estudios más recientes describen un esófago de Barrett de segmento corto (< 3 cm de metaplasia intestinal) en el 6 al 12% de los pacientes sometidos a endoscopia.
Los datos de autopsia del Olmsted County, en Minnesota, indican que la mayoría de los casos de esófago de Barret quedan sin diagnóstico en la población general y se estima que por cada caso conocido existen 20 casos no diagnosticados. El esófago de Barrett es una enfermedad que predomina en los varones de mediana edad, aunque la edad media del diagnóstico son los 63 años. Se cree que ciertas estilos de vida de los países en desarrollo (costa del Pacífico) pueden favorecer su aparición. Existen varias hipótesis sobre su etiología, entre ellas la declinación de la infección por H. pylori.
Existen diversos factores que aumentan el riesgo de padecer esófago de Barrett, como lo ha demostrado un estudio poblacional: comienzo del reflujo gastroesofágico en la juventud, mayor duración de los síntomas, síntomas intensos de reflujo gastroesofágico nocturno y complicaciones mayores de la ERG, como la esofagitis, la ulceración, la estrechez y el sangrado. Coincidentemente, dice el autor, estos mismos factores aumentan el riesgo de adenocarcinoma de esófago.
Hay que tener en cuenta que los síntomas del esófago de Barrett no difieren sustancialmente de los síntomas de la ERG no complicada por metaplasia columnar. La identificación del esófago de Barrett puede estar dificultada por la paradoja de que el paciente con esófago de Barrett tiene alterada la sensibilidad a la perfusión ácida esofágica, comparado con los pacientes con ERG no complicada. Sin embargo, dice el autor, la mayoría de los enfermos con esófago de Barrett son ancianos, por lo que esta observación puede estar en relación con la menor sensibilidad por la edad. Sin embargo, estas observaciones ponen de relieve que la alteración de la percepción del ácido puede dificultar nuestra capacidad para detectar a los pacientes con esófago de Barrett si solamente se usan los síntomas del ERG para determinar el screening.
Hay estudios que hablan de la existencia de una herencia dominante autosómica en determinados individuos con esófago de Barrett.
Fisiopatología
El esófago de Barrett es una condición adquirida que resulta de una lesión grave de la mucosa esofágica pero todavía no se sabe porqué algunos pacientes con ERG desarrollan esófago de Barrett y otros no.
En los seres humanos, el esófago de Barrett se asocia claramente con el reflujo gastroesofágico grave. Comparado con los pacientes con ERG erosiva y no erosiva sin esófago de Barrett, los pacientes con esófago de Barrett en general tiene mayor exposición ácida esofágica, segón el monitoreo de pH de 24 horas. Pero no todos los estudios revelan los mismos resultados. Algunos dicen que parte del aumento de la exposición ácida se debe a la presencia de hernia hiatal. Además, dice el autor, los pacientes con esófago de Barrett tienen una presión basal del esfínter esofágico más baja, comparado con los pacientes con ERG sin esófago de Barrett. El reflujo del contenido duodenal está aumentado en los pacientes con esófago de Barrett comparado con los controles de la misma edad y los pacientes con ERG sin esófago de Barrett.
Los pacientes con esófago de Barrett de segmento corto pueden tener diversas anormalidades que son intermedias entre las del esófago de Barrett de segmento largo y los controles normales. Los resultados de un estudio dicen que el esófago de Barret de segmento corto tiene una presión en el esfínter esofágico inferior más baja que los controles, pero que es superior a la del esófago de Barret de segmento largo. El tiempo de exposición distal al ácido fue más elevada que en los controles pero menos que en el esófago de Barret de segmento largo, mientras que no hubo diferencia en la amplitud de la contracción esofágica distal. Otros han confirmado que el esófago de Barret tiene mayor exposición al ácido que los pacientes con esófago de Barret de segmento corto. Además, existe una correlación entre la longitud de la mucosa de Barrett y la duración de la exposición ácida esofágica.
Según el autor, el desarrollo del esófago de Barret requiere que la lesión de la mucosa esofágica se acompañe de condiciones anormales para la reparación epitelial. Una vez que se ha producido la injuria, dice el autor, el esófago de Barret se desarrolla totalmente con rapidez, seguido de pocos cambios en su longitud. Se ignora el mecanismo por el cual la injuria lleva a la metaplasia. Se han propuesto diversos mecanismos: presencia de células glandulares esofágicas, mucosa gástrica heterotópica o diferenciación anormal de la célula madre primordial en el esófago. Esto último estaría avalado por la presencia de un epitelio multilaminar dentro del epitelio de Barrett con características histológicas y citoesqueléticas de epitelio escamoso y columnar, pero no se sabe porqué esas células toman ese rumbo en algunos pacientes y en otros no.
Traducción y resumen objetivo: Dra. Marta Papponetti. Especialista en Medicina Interna. Docente Autorizada de la UBA.