Un grupo de investigadores norteamericanos realizaron un estudio prospectivo multicéntrico para evaluar el impacto relativo de distintos factores maternos y del recién nacido en relación a los niveles séricos de bilirrubina a las 72 horas en 2 grupos con diferente alimentación: específica o con fórmula.
En 12 diferentes centros en los que se realizó el estudio se seleccionaron recién nacidos por cesárea (para asegurar una hospitalización de 3 días), con peso de nacimiento mayor a 2500 gramos, edad gestacional mayor a 37 semanas y sin ninguna patología neonatal.
El grupo de estudio consistió en 66 recién nacidos alimentados al pecho y fueron controlados 210 recién nacidos alimentados con fórmula. A todos ellos se les realizó una determinación en aire espirado de monóxido de carbono (como índice de producción de bilirrubina) entre las 2 y 8 horas de vida. Además se les realizó además, una bilirrubina sérica a las 72 +- 12 horas.
La concentración de monóxido de carbono no fue diferente entre ambos grupos.
El nivel de bilirrubina fue significativamente mayor en aquellos recién nacidos alimentados al pecho en comparación con los que recibieron fórmula (8.5 +- 3.4 mg % contra 6.7+- 3.4 mg%). El grupo alimentado al pecho también tuvo una diferencia significativa en cuanto a una mayor pérdida de peso en relación al nacimiento.
Los niveles de bilirrubina mayores se asociaron con sexo masculino, ausencia de meconio de líquido amniótico, y con aquellos recién nacidos cuyas madres presentaron diabetes insulino dependiente o eran hipertensas.
No hubo diferencias entre ambos grupo en cuanto a la necesidad de terapéutica: luminoterapia o exanguinotranfusión.
Los autores concluyen diciendo que si bien los recién nacidos alimentados al pecho presentaron mayores niveles de bilirrubina a las 72 horas, no requirieron tratamiento. La falta de diferencia en cuanto a los niveles de monóxido de carbono de ambos grupos puede deberse al momento en que se realizó la determinación o puede ser sugestivo que el aumento de la producción de bilirrubina temprano no es un factor importante en cuanto a la ictericia que se observa en los recién nacidos alimentados al pecho.
Comentario:
La ictericia del recién nacido continua siendo un problema importante tanto para el pediatra general como para el neonatólogo. Es la causa más frecuente de reingreso hospitalario luego del alta.
La ictericia denominada fisiológica se observa generalmente durante el 3º y 5º día de vida y es el resultado de distintos factores: cese de la función placentaria, incapacidad de la conjugación de la bilirrubina por inmadurez de los sistemas enzimáticos hepáticos, disminución de la captación hepática, mayor volúmen de glóbulos rojos con una menor vida media y aumento de la circulación entero hepática.
Si bien la ictericia severa y que requiere tratamiento en general se debe a causas no fisiológicas tales como enfermedad hemolítica, cefalohematomas, etc. está demostrado que recién nacidos aparentemente sanos presentan riesgo de ictericia importante y aun kernicferus.
Distintos trabajos han confirmado que recién nacidos alimentados al pecho en comparación con aquellos que reciben fórmula presentan: a) mayor incidencia de ictericia, b) mayor severidad de la misma y c) la duración puede extenderse por semana y a veces meses en algunos casos.
Hace unos años se había hecho una distinción entre la ictericia asociada a la alimentación al pecho en los primeros 2 a 4 días de vida con aquellas que aparecía al 4 al 7 día de vida. En la actualidad las evidencias para considerar esta distinción como útil son discutibles. De los distintos factores que pueden jugar un rol en la fisiopatología de la ictericia neonatal asociada a la alimentación al pecho, el que tiene mayor importancia es el aumento de la reabsorción intestinal de bilirrubina.
En estos tiempos en los que los pediatras recomendamos enfáticamente la alimentación al pecho, es necesario continuar estudiando los mecanismos biológicos que se relacionan con las distintas modalidades de la ictericia en el recién nacido.