El acto de curar

Iatrogenia y medicina basada en la evidencia

En un sentido amplio, etimológico, la palabra iatrogenia se refiere a toda acción realizada por un médico. El uso la ha restringido a aquellos efectos nocivos derivados de las acciones médicas diagnósticas y/o terapéuticas asumidas como efectivas.

Autor/a: Dr. Eduardo J Urman

 Ya se ha transformado en lugar común el plantear que en un sentido amplio, etimológico, la palabra iatrogenia se refiere a toda acción realizada por un médico. El uso la ha restringido a aquellos efectos nocivos derivados de las acciones médicas diagnósticas y/o terapéuticas asumidas como efectivas.  Al subrayar la palabra efectiva estamos poniendo el límite con la "mala práctica".

 Si bien no nos referiremos a ella, la iatrogenia por omisión, por no hacer, en nuestro trabajo médico, a veces es más importante que la iatrogenia por comisión.

 Prácticamente no se han descrito nuevas patologías en los últimos años, salvo aquellas relacionadas a procedimientos médicos.

 Lejos de ser cuerpos extraños, accidentes, algo que estorba y, aun, avergüenza, las complicaciones iatrogénicas están íntimamente ligadas al quehacer médico.

 La simplificación del catálogo de complicaciones posibles  resulta en la conocida Ley de Murphy: "Todo lo que pueda andar mal, lo hará".

 La tarea de evaluar los riesgos y los beneficios de cualquier intervención médica sería relativamente sencilla si estos fueran cuantitativamente conocidos, pero no lo son. A continuación discutiremos una serie de problemas  relacionados con la etiopatogenia y el carácter recurrente de las complicaciones iatrogénicas.

- Se calcula que la información médica se expande  con un interés compuesto del 6%-7% anual. Esto significa que se duplica cada 10-15 años y se incrementa 10 veces cada 35-50 años. Se ha calculado que un subespecialista que se dedica 8 horas diarias a la lectura  de los trabajos de su especialidad  publicados en las distintas revistas, solo podrá abarcar el 35% de los mismos.

- Problema de la información retrospectiva: la información sobre los problemas iatrogénicos es necesariamente posterior a la aplicación de los procedimientos  diagnósticos o terapéuticos  que les dan origen.  Este hecho de por si hace difícil su identificación.

- Problemas del diseño de los estudios: en 1966, en una evaluación de los tratamientos postulados para la enfermedad de membrana hialina, Sinclair describió que cuando los estudios eran controlados y al azar, se informaban efectos beneficiosos en el 50%, pero cuando los estudios no eran controlados, el porcentaje de efectos útiles  subía casi al 90%. Bywater describió esta situación como de estudios con muchos entusiasmo, pero sin controles, y estudios con controles, pero sin entusiasmo.

No es posible aplicar nuestros conocimientos actuales dejando de lado nuestra presente ignorancia. Bill Silverman, en su libro "Fibroplastia retrolental: una parábola moderna", dice que los médicos no debemos ser culpados por la falla en prever los efectos indeseados o complicaciones  de nuestros procedimientos, pero si debemos criticarnos por nuestra dificultad para esperar  lo inesperado, para poder ver mas allá del objetivo inmediato de interés: corregir una cifra bioquímica, cambiar un patrón respiratorio, etc.

Una fuente de estos problemas es la confusión que resulta de asimilar lo usual y/o acostumbrado en la practica medica, con lo seguro y/o útil. Existe una contradicción básica entre la certidumbre y la confianza en uno mismo, necesarios para la labor diaria, y las actitudes de cuestionamiento e incredulidad indispensables para evaluar científicamente las practicas clínicas. Lo mejor que se puede llegar a conseguir es un compromiso necesariamente inestable entre ambos términos