Introducción |
Es hora de cambiar el nombre de los medicamentos que se usan para tratar las convulsiones. Los medicamentos que se utilizan actualmente son efectivos para abortar o prevenir las convulsiones a través de un efecto meramente sintomático, es decir, no tienen un impacto conocido en el proceso de la enfermedad en pacientes con riesgo de desarrollar epilepsia o en aquellos que tienen epilepsia, pero el nombre actual es “fármacos antiepilépticos (FAEs)”. Referirse a estos medicamentos como "antiepilépticos" en lugar de "anticonvulsivos" tergiversa lo que estos compuestos son en realidad.
Una búsqueda en PubMed realizada el 10 de noviembre de 2019, utilizando el término "fármacos antiepilépticos" arrojó 156.499 resultados, en comparación con los 383 resultados de los "medicamentos anticonvulsivos". En este artículo, los autores revisan los pros y los contras de abandonar el término "antiepilépticos", y de referirse sistemáticamente a "fármacos anticonvulsivos (FACs)" cuando se trate de medicamentos destinados a tener un efecto sintomático.
Cuatro buenas razones para usar el término "FAC" cuando se refiere a medicamentos sintomáticos |
Los nombres de los medicamentos se definen mejor por sus efectos. Los medicamentos que se utilizan actualmente para tratar la epilepsia son sintomáticos. Los medicamentos utilizados para tratar a personas con epilepsia tratan los síntomas de las convulsiones. De hecho, "antiepiléptico" es sugestivo de una acción para la cual estos agentes no fueron desarrollados clínica o preclínicamente. La capacidad de los medicamentos utilizados actualmente para prevenir o abortar las convulsiones ha demostrado claramente que el término "FAC" refleja precisamente esos efectos.
Problemas internacionales. Algunos han argumentado que el término "anticonvulsivo", si bien es útil en las regiones de habla inglesa, sería problemático para las regiones donde no existe un nombre para "convulsión". Esto no debe ser considerado una barrera. En algunos contextos culturales, los medicamentos que se usan para tratar a las personas con epilepsia se denominan en formas que no guardan ninguna relación semántica con la "epilepsia" o las "convulsiones".
En varios idiomas latinos, por ejemplo, estos medicamentos a veces se denominan "anticomiciales" (español), "anticomitiaux" (francés), o "anticomiziali" (italiano), que algunos consideran ventajosas porque pueden minimizar el estigma potencial asociado con el nombre de la enfermedad o de sus manifestaciones. Sin embargo, el origen de estos términos es en realidad aún más estigmatizante. Independientemente de su origen, estos términos son problemáticos ya que no reflejan de forma transparente el efecto real de los medicamentos.
Los nombres engañosos pueden facilitar el uso inapropiado. Se realiza en varias circunstancias profilaxis a largo plazo con fármacos que no tienen efecto antiepiléptico, pero llevan el nombre de "FAEs" de manera inapropiada. Un estudio de un solo centro en Canadá encontró que más del 25% de los pacientes que no tenían antecedentes de convulsiones y habían sido operados de glioma maligno se les prescribió estos medicamentos de manera inapropiada más allá de la primera semana perioperatoria.
Otros estudios documentaron una amplia variación entre centros en el uso profiláctico en niños con lesión cerebral por trauma severo. Podría haber muchas razones para el uso apropiado de estos medicamentos como profilaxis, pero no puede ser excluido que al menos en algunos casos tal uso esté motivado por la idea errónea de que la epilepsia se puede prevenir.
Cambiar el nombre de estos medicamentos como "medicamentos anticonvulsivos" sin duda mejorará la comunicación con los pacientes. Esto permitirá una conversación necesaria entre el prescriptor y el paciente sobre que el tratamiento sintomático sólo será eficaz cuando se tome en intervalos regulares. El concepto de regímenes farmacológicos prolongados necesarios para controlar en lugar de curar una condición es difícil de entender en algunos entornos y puede ser un determinante importante de la falta de adherencia.
Se están desarrollando nuevas clases de medicamentos que se dirigen a la enfermedad subyacente. Durante la última década, los avances principales en el esclarecimiento de los mecanismos involucrados en la epileptogénesis han llevado a la identificación de una amplia gama de atractivos objetivos para prevenir la epilepsia o modificar su curso. Además, se ha avanzado en el descubrimiento de biomarcadores que se pueden utilizar para identificar pacientes con alto riesgo de desarrollar epilepsia.
Gracias a estos avances, cada vez es más factible realizar ensayos clínicos de posibles tratamientos modificadores de la enfermedad, tratamientos dirigidos a prevenir la epilepsia y/o sus comorbilidades en individuos expuestos a condiciones epileptógenas, como lesión cerebral traumática, accidente cerebrovascular, y ciertos trastornos genéticos. Es esencial que se desarrolle una terminología adecuada para diferenciarlos de los tratamientos que son puramente sintomáticos.
¿Hay alguna buena razón para retener el término “FAEs” refiriéndose a medicamentos sintomáticos? |
El término "antiepiléptico" está demasiado bien establecido como para cambiarlo. Aunque se conoce que muchas personas se sientan atadas a la tradición, el hecho de que la terminología incorrecta sea muy frecuente no es justificación para perpetuarla. La introducción de un nuevo término por decreto legal o por recomendación de una sociedad científica no puede conducir a su uso inmediato por todos, pero requiere una adopción gradual.
A diferencia de "antiepiléptico", "anticonvulsivo" no se puede traducir efectivamente en muchos idiomas. Cada comunidad/cultura debe decidir en última instancia cuál es la mejor terminología para expresar un concepto dado en su idioma. Los autores no abogan por una traducción literal del término "convulsión" en todos los idiomas, sino que simplemente argumentan que en inglés el término "FAC" es el más apropiado para designar medicamentos que actúan únicamente contra las convulsiones.
Conclusiones |
Se está realizando un esfuerzo impresionante en la industria y en la academia para desarrollar tratamientos verdaderamente innovadores que no sean "anticonvulsivos" sino que tengan como objetivo prevenir el desarrollo y la progresión de la epilepsia y/o sus comorbilidades.
Una consecuencia natural de este cambio de paradigma es que se deben introducir nuevos términos para describir compuestos que tienen efectos "anti-epileptogénicos" o, en un sentido más amplio, efectos "modificadores de la enfermedad". No es sorprendente que en este escenario se haya puesto de manifiesto que el adjetivo "antiepiléptico", que sugiere un efecto sobre la enfermedad de base, debe abandonarse y reemplazarse por "anticonvulsivo" cuando se refiere a tratamientos que son meramente sintomáticos.
En el presente artículo, los autores revisaron los argumentos a favor o en contra del uso del término "FACs". Por las razones explicadas arriba, creen firmemente que "FACs" es el más apropiado cuando se refiere a tratamientos que se dirigen específicamente al síntoma principal de la epilepsia, es decir, las convulsiones. La adopción de nuevos términos es un proceso gradual, pero el uso del término "anticonvulsivo" cuando se refiere a los medicamentos que se usan actualmente está aumentando rápidamente en la literatura médica.