Resumen La pandemia de COVID-19 representa una crisis de salud global masiva. Debido a que la crisis requiere un cambio de comportamiento a gran escala y supone una carga psicológica importante para las personas, se pueden utilizar los conocimientos de las ciencias sociales y del comportamiento para ayudar a alinear el comportamiento humano con las recomendaciones de epidemiólogos y expertos en salud pública. Aquí discutimos la evidencia de una selección de temas de investigación relevantes para las pandemias, incluido el trabajo sobre las amenazas de navegación, las influencias sociales y culturales en el comportamiento, la comunicación científica, la toma de decisiones morales, el liderazgo y el estrés y el afrontamiento. En cada sección, observamos la naturaleza y la calidad de la investigación previa, incluida la incertidumbre y los problemas sin resolver. Identificamos varias ideas para una respuesta efectiva a la pandemia de COVID-19 y destacamos las brechas importantes que los investigadores deben avanzar rápidamente para llenar las próximas semanas y meses. |
Introducción
En diciembre de 2019, surgió un nuevo coronavirus (SARS-CoV-2), lo que provocó una epidemia de síndrome respiratorio agudo (COVID-19) en humanos, centrado en Wuhan, China1. En tres meses, el virus se había extendido a más de 118.000 casos y provocó 4.291 muertes en 114 países, lo que llevó a la Organización Mundial de la Salud a declarar una pandemia global. La pandemia ha llevado a una campaña masiva mundial de salud pública para frenar la propagación del virus al aumentar el lavado de manos, reducir el contacto con la cara, usar máscaras en distancia pública y física.
Si bien se están realizando esfuerzos para desarrollar intervenciones farmacéuticas para COVID-19, las ciencias sociales y del comportamiento pueden proporcionar información valiosa para manejar la pandemia y sus impactos.
Discutimos temas que son ampliamente relevantes para numerosas etapas de la pandemia actual para ayudar a los formuladores de políticas, líderes y al público a comprender mejor cómo manejar las amenazas, navegar en diferentes contextos sociales y culturales, mejorar la comunicación científica, alinear los intereses individuales y colectivos, emplear liderazgo y proporcionar apoyo social y emocional (ver Fig. 1 para un resumen).
Para cada área, destacamos las ideas relevantes, discutimos las implicaciones para los responsables políticos, los líderes y el público (Cuadro 1) y señalamos las áreas para futuras investigaciones. Debido a limitaciones de espacio, este documento proporciona un breve resumen de cada tema.
La investigación sobre estos temas está en curso y, en muchos casos, lejos de resolverse. Hemos destacado los hallazgos relevantes en cada área, así como las brechas críticas en la literatura. Las ideas y las implicaciones para la política deben interpretarse con cautela porque hay muy poca investigación publicada en ciencias sociales sobre la pandemia actual.
Por lo tanto, nuestra discusión a menudo se basa en circunstancias diferentes a la pandemia actual (por ejemplo, experimentos de laboratorio que examinan escenarios hipotéticos), y la calidad de la evidencia citada varía sustancialmente (por ejemplo, estudios correlacionales vs experimentos de campo; estudios únicos versus revisiones sistemáticas de sustanciales evidencia).
En las siguientes secciones, tratamos de describir la calidad de la evidencia para facilitar la participación cuidadosa y crítica de los lectores. Hacemos un llamado a la comunidad científica para que se movilice rápidamente para producir investigaciones para informar directamente las políticas y el comportamiento individual y colectivo en respuesta a la pandemia.
Percepción de la amenaza
Históricamente, las enfermedades infecciosas han sido responsables del mayor número de muertes humanas. Por ejemplo, la Peste Bubónica mató aproximadamente al 25% de la población europea3. En esta sección, discutimos cómo es probable que las personas perciban y respondan a las amenazas y los riesgos durante una pandemia y consecuencias posteriores para la toma de decisiones y las relaciones intergrupales.
Recuadro 1 Perspectivas científicas sociales para la respuesta pandémica COVID-19
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Amenaza
Una de las respuestas emocionales centrales durante una pandemia es el miedo. Los humanos, como otros animales, poseen un conjunto de sistemas defensivos para combatir las amenazas ecológicas4,5. Las emociones negativas resultantes de la amenaza pueden ser contagiosas6, y el miedo puede hacer que las amenazas parezcan más inminentes7.
Un metaanálisis encontró que atacar los miedos puede ser útil en algunas situaciones, pero no en otras: apelar al miedo lleva a las personas a cambiar su comportamiento si se sienten capaces de enfrentar la amenaza, pero genera reacciones defensivas cuando se sienten incapaces de actuar8. Los resultados sugieren que las fuertes apelaciones de miedo producen el mayor cambio de comportamiento solo cuando las personas sienten un sentido de eficacia, mientras que las fuertes apelaciones de miedo con mensajes de baja eficacia producen los mayores niveles de respuestas defensivas.
Otro desafío es que las personas a menudo exhiben un "sesgo de optimismo": la creencia de que las cosas malas tienen menos probabilidades de ocurrir a sí mismas que otros. Si bien el sesgo de optimismo puede ser útil para evitar las emociones negativas9, puede llevar a las personas a subestimar su probabilidad de contraer una enfermedad10 y, por lo tanto, ignorar las advertencias de salud pública11.
Las estrategias de comunicación deben lograr un equilibrio entre romper el sesgo de optimismo sin inducir sentimientos excesivos de ansiedad y temor.
Emoción y percepción del riesgo
Las decisiones sanas de salud dependen de percepciones precisas de los costos y beneficios de ciertas opciones para uno mismo y para la sociedad12,13. Las emociones a menudo impulsan las percepciones de riesgo, a veces más que la información objetiva14,15. Una respuesta emocional a una situación de riesgo puede influir en el pensamiento en dos etapas16.
Primero, la calidad de la emoción (por ejemplo, positiva versus negativa) enfoca a las personas en información congruente (por ejemplo, información negativa cuando se siente negativa). Esa información, en lugar del sentimiento en sí, se utiliza para guiar el juicio en la segunda etapa. Por ejemplo, los fumadores expuestos a advertencias de salud emocional más negativas experimentaron más emoción negativa hacia las advertencias sobre fumar, pasaron más tiempo examinando advertencias y recordaron más riesgos, con los efectos posteriores sobre la percepción del riesgo y las intenciones para dejar de fumar17,18. A medida que aumentan las emociones negativas, las personas pueden confiar en la información negativa sobre COVID-19 más que otra información para tomar decisiones.
En el caso de fuertes reacciones emocionales, las personas también pueden ignorar información numérica importante como las probabilidades19 y el alcance de un problema20. El encuadre negativo capta la atención, especialmente para las personas con menos habilidades matemáticas21.
Los medios generalmente informan negativamente sobre COVID-19, por ejemplo, al informar el número de personas infectadas y las que mueren, en comparación con las que se recuperan o experimentan solo síntomas leves. Esto puede aumentar las emociones negativas y sensibilizar a las personas a los riesgos que de otro modo se descuidarían para sí mismos o para otros. Se necesita investigación para determinar si un marco más positivo podría educar al público y aliviar las emociones negativas al tiempo que aumenta los comportamientos de salud pública.
Prejuicio y discriminación
La experiencia del miedo y la amenaza tiene ramificaciones no solo por la forma en que las personas piensan de sí mismas, sino también por cómo se sienten y reaccionan ante los demás, en particular, los grupos externos. Por ejemplo, ser amenazado con enfermedades a menudo se asocia con niveles más altos de etnocentrismo22; El mayor miedo y la amenaza percibida se asocian con una mayor intolerancia y actitudes punitivas hacia los grupos externos23,24,25. Destacar los límites del grupo puede minar la empatía con aquellos que son socialmente distantes26,27 y aumentar la deshumanización28 o el castigo29.
La Peste Bubónica, por ejemplo, desató una violencia masiva en Europa, incluido el asesinato de catalanes en Sicilia, clérigos y mendigos en algunos lugares, y pogromos contra judíos, con más de mil comunidades erradicadas30.
Aunque no todas las pandemias conducen a la violencia, la amenaza de enfermedad puede generar discriminación y violencia contra grupos estigmatizados o chivos expiatorios.
Ya se han recibido informes de ataques físicos contra personas de etnia asiática en países predominantemente blancos, y algunos funcionarios del gobierno calificaron erróneamente el SARS-CoV-2 como el "virus Wuhan" o "chino" 31.
Por el contrario, una pandemia mundial también puede crear oportunidades para reducir los prejuicios religiosos y étnicos. Los esfuerzos coordinados entre individuos, comunidades y gobiernos para combatir la propagación de la enfermedad pueden enviar fuertes señales de cooperación y valores compartidos, lo que podría facilitar la reorganización de grupos externos y grupos internos previamente considerados en una sola comunidad con un destino común. Esta "categorización superior" es más efectiva cuando todos tienen el mismo estatus32.
Estos actos cooperativos ya se están desarrollando en la pandemia actual. Por ejemplo, 21 países donaron suministros médicos a China en febrero, y China ha correspondido ampliamente. Destacar eventos como estos podría mejorar las actitudes para fuera del grupo33 y fomentar una mayor cooperación internacional.
Desastres y "pánico"
Existe una creencia común en la cultura popular de que, cuando está en peligro, la gente entra en pánico, especialmente cuando hay multitudes. Es decir, actúan ciega y excesivamente por autoconservación, poniendo en peligro la supervivencia de todos34. Esta idea se ha utilizado para explicar las respuestas al brote actual de COVID-19, más comúnmente en relación con la noción de "compra de pánico".
Sin embargo, una inspección minuciosa de lo que sucede en los desastres revela una imagen diferente. Ciertamente, algunas personas actúan egoístamente y algunas, especialmente aquellas que son particularmente vulnerables, pueden experimentar más angustia. Pero la cooperación y el comportamiento ordenado y regido por normas son comunes en una variedad de emergencias y desastres; y hay muchos casos en que las personas muestran un altruismo notable35.
Ya hay evidencia de que los grupos de ayuda mutua entre el público se han generalizado en respuesta a Covid-1936. De hecho, en los incendios37 y otros peligros naturales38, es menos probable que las personas mueran por reacción exagerada que por reacción insuficiente, es decir, no responden a señales de peligro hasta que sea demasiado tarde.
De hecho, el concepto de "pánico" ha sido abandonado en gran medida por los investigadores porque no describe ni explica lo que la gente suele hacer en un desastre39.
En cambio, el enfoque se ha desplazado a los factores que explican por qué las personas cooperan en lugar de competir en respuesta a una crisis35. Uno de estos factores es un sentido emergente de identidad compartida y preocupación por los demás, que surge de la experiencia compartida de estar en un desastre40. Este sentimiento puede aprovecharse dirigiéndose al público en términos colectivos e instando a "nosotros" a actuar por el bien común41.
Por el contrario, el sentido de identidad compartida puede verse afectado al representar a otros como competidores. Esto puede suceder con imágenes de estantes vacíos e historias de compras de pánico, que sugieren que otros solo se cuidan de sí mismos, lo que provoca un deseo de hacer lo mismo. Abastecerse de suministros es adaptativo en preparación para un posible autoaislamiento42. Sin embargo, el uso de la noción de pánico puede ser activamente dañino. Las noticias que emplean el lenguaje del pánico a menudo crean los fenómenos que pretenden condenar. Pueden fomentar el individualismo y la competitividad que convierten los preparativos razonables en existencias disfuncionales y socavan el sentido del propósito colectivo que facilita que las personas se apoyen mutuamente durante una emergencia. |
Contexto social
Disminuir la transmisión viral durante las pandemias requiere cambios significativos en el comportamiento. Varios aspectos de los contextos sociales y culturales influyen en el alcance y la velocidad del cambio de comportamiento. En esta sección, describimos cómo los aspectos del contexto social, como las normas sociales, la desigualdad social, la cultura y la polarización, pueden ayudar a los responsables de la toma de decisiones a identificar los factores de riesgo e intervenir de manera efectiva.
Normas sociales
El comportamiento de las personas está influenciado por las normas sociales: lo que perciben que otros están haciendo o lo que piensan que otros aprueban o desaprueban43.
Una gran bibliografía ha distinguido diferentes motivos para la conformidad con las normas, incluido el deseo de aprender de otras personas y obtener afiliación o aprobación social43,44. Aunque las personas están influenciadas por las normas, sus percepciones a menudo son inexactas45. Por ejemplo, las personas pueden subestimar los comportamientos que promueven la salud (por ejemplo, lavarse las manos46) y sobreestimar los comportamientos poco saludables47.
El cambio de conductas al corregir tales percepciones erróneas puede lograrse mediante mensajes públicos que refuercen las normas positivas (por ejemplo, que promueven la salud). Es probable que sea útil proporcionar información precisa sobre lo que está haciendo la mayoría de las personas si lo que está haciendo la mayoría de las personas es deseable (promover la salud).
Pero si lo que la mayoría de las personas está haciendo no es deseable, proporcionar información normativa puramente descriptiva puede ser contraproducente al reducir los comportamientos positivos entre las personas que ya participan en ellas, a menos que esté acompañado de información que indique que la mayoría de las personas aprueba estas acciones (prescriptivas en lugar de descriptivas normas) 48,49.
Las normas percibidas también son más influyentes cuando son específicas de otros con quienes se comparten identidades comunes50, incluso para la propagación de comportamientos de salud51. Por lo tanto, los mensajes que proporcionan modelos grupales de normas (por ejemplo, miembros de su comunidad) pueden ser más efectivos.
Las redes sociales pueden amplificar la propagación de comportamientos que son perjudiciales y beneficiosos durante una epidemia, y estos efectos pueden propagarse a través de la red a amigos, amigos de amigos e incluso amigos de amigos de amigos52. El virus en sí mismo se propaga de persona a persona, y dado que las personas ubicadas en el centro de las redes entran en contacto con más personas, a menudo se encuentran entre las primeras en infectarse53. Pero estas mismas personas centrales pueden ser instrumentales para desacelerar la enfermedad porque pueden propagar intervenciones positivas como el lavado de manos y el distanciamiento físico mostrándolas a una amplia gama de personas54.
Algunas investigaciones sugieren que una mayor proporción de intervenciones puede provenir no de efectos directos en las personas que reciben la intervención, sino de efectos indirectos en sus contactos sociales que copiaron el comportamiento55. Por lo tanto, podemos aprovechar el impacto de cualquier esfuerzo de cambio de comportamiento al dirigirnos a personas bien conectadas y hacer que su cambio de comportamiento sea visible y destacado para los demás.
Otra forma de aprovechar el impacto de las normas cae dentro de la categoría general de "empujones" 56,57, que influyen en el comportamiento a través de la modificación de la arquitectura de elección (es decir, los contextos en los que las personas toman decisiones). Debido a que las personas son muy reactivas a las elecciones hechas por otros, especialmente los que confían en otros, la comprensión de las normas sociales que se consideran nuevas o emergentes puede tener un impacto positivo en el comportamiento58.
Por ejemplo, un mensaje con normas sociales convincentes podría decir: "la abrumadora mayoría de las personas en su comunidad cree que todos deberían quedarse en casa". Los empujones y la información normativa pueden ser una alternativa a los medios más coercitivos de cambio de comportamiento o usarse para complementar las políticas regulatorias, legales y otras políticas impuestas cuando los cambios generalizados deben ocurrir rápidamente.
Desigualdad social
Las desigualdades en el acceso a los recursos afectan no solo a quién está en mayor riesgo de infección, a desarrollar síntomas o a sucumbir a la enfermedad, sino también a quién puede adoptar recomendaciones para retrasar la propagación de la enfermedad. |
Las personas sin hogar no pueden refugiarse en el lugar59, las familias en viviendas sin agua corriente no pueden lavarse las manos con frecuencia60, las personas detenidas por un estado (por ejemplo, en cárceles, prisiones, centros de detención de inmigrantes o campos de refugiados) pueden carecer de espacio para implementar distanciamiento físico, las personas sin seguro médico pueden retrasar o evitar la realización de pruebas o tratamientos, las personas que dependen del transporte público no siempre pueden evitar grandes multitudes y los trabajadores con salarios bajos a menudo están en ocupaciones (por ejemplo, servicio, venta minorista, limpieza, mano de obra agrícola) donde el trabajo remoto imposible y los empleadores no ofrecen licencia por enfermedad remunerada61.
La desventaja económica también se asocia con las condiciones preexistentes asociadas con tasas de morbilidad más altas una vez infectadas, como sistemas inmunes comprometidos, diabetes, enfermedades cardíacas y enfermedades pulmonares crónicas como el asma y la enfermedad pulmonar obstructiva crónica62. Esperamos que, como en los peligros naturales, los más desfavorecidos económicamente tengan más probabilidades de estar expuestos al peligro, sean más susceptibles a sufrir daños y tengan más probabilidades de experimentar resultados negativos del mismo63,64.
Las cuestiones de desventaja económica se cruzan con cuestiones de raza y etnia. Los miembros de las comunidades minoritarias (como los negros, los latinos y los indios americanos / nativos de Alaska en los EE. UU.) Se encuentran desproporcionadamente entre las personas sin hogar59, los detenidos, los trabajadores con alto contacto público pero ocupaciones de bajos beneficios65, y aquellos con condiciones de salud anteriores que hacen que ellos más vulnerables66,67. Debido a que las redes sociales tienden a ser racialmente diferenciadas68, los miembros de comunidades minoritarias que contraen la enfermedad pueden convertirse en vectores de transmisión a otros en sus comunidades raciales y étnicas69.
La posición económica y la desigualdad racial también se asocian con niveles de confianza en las instituciones sociales, incluido el sistema de salud.
Las comunidades minoritarias raciales y étnicas, en particular, tienen experiencias históricas y contemporáneas de discriminación, lo que lleva a la desconfianza70,71,72,73,74.
Es probable que los miembros de estas comunidades sean más cautelosos acerca de la información de salud pública que reciben, menos dispuestos a adoptar las medidas de seguridad recomendadas y potencialmente más susceptibles a las "noticias falsas". Esto sugiere la necesidad de una información de salud pública más específica y de asociaciones entre las autoridades de salud pública y las organizaciones confiables que son internas de estas comunidades.
Cultura
Un sentido del Yo como independiente frente a uno interdependiente con los demás es una dimensión de variación cultural75. Las culturas de Europa occidental y América del Norte que respaldan el individualismo76 se consideran independientes, mientras que la mayoría de las otras culturas comparten un compromiso más fuerte con colectivos como el país, la tribu y la familia y se consideran interdependientes77,78.
Si bien las políticas médicas son diferentes entre las sociedades, algunas diferencias en la respuesta a la pandemia pueden describirse mejor como culturales, y muchas de ellas tienen un vínculo con la dimensión de independencia frente a interdependencia.
Primero, la prioridad dada a las obligaciones y deberes en las sociedades asiáticas puede motivar a las personas a seguir comprometidas con las normas sociales y suprimir los deseos personales79.
En segundo lugar, los asiáticos pueden reconocer más fácilmente las influencias situacionales no observables en la infección viral, como la inmunidad de rebaño80.
Tercero, las normas y convenciones sociales en América del Norte y gran parte de Europa occidental tienden a valorar positivamente la expresividad del Yo (por ejemplo, besos, abrazos, argumentación directa), en relación con Asia81. Esta es otra razón por la cual la transmisión interpersonal del virus podría ser más probable en culturas independientes que en culturas interdependientes.
Otra dimensión relacionada de la variación cultural es la "rigidez" de una sociedad frente a la "laxitud". La investigación ha encontrado que las culturas estrictas, como las de Singapur, Japón y China, tienen estrictas normas sociales y castigos por la desviación, mientras que las culturas laxas, como los EE. UU., Italia y Brasil, tienen normas sociales más débiles y son más permisivas82,83.
Las naciones rígidas a menudo tienen extensas amenazas históricas y ecológicas, que incluyen una mayor prevalencia histórica de peligros naturales, invasiones, densidad de población y brotes de patógenos82,84. Desde una perspectiva evolutiva, cuando los grupos experimentan amenazas colectivas, las reglas estrictas pueden ayudarlos a coordinarse para sobrevivir82,85.
Por lo tanto, la propagación de las infecciones por COVID-19 puede estrechar las comunidades. Las culturas acostumbradas a priorizar la libertad sobre la seguridad también pueden tener más dificultades para coordinarse ante una pandemia. También puede ser relevante que las comunidades negocien normas sociales para que haya un equilibrio entre libertad y restricción, o "ambidexteridad rigidez-laxitud" 86.
Las reglas estrictas con respecto al distanciamiento social son críticas, pero la laxitud dentro de estas restricciones también puede ayudar a generar el desarrollo de soluciones técnicas creativas que son necesarias para contener la pandemia, así como crear nuevas herramientas para ayudar a las personas a sentirse conectadas. La evidencia acumulativa aquí sugiere que se podrían requerir estrategias muy diferentes en diferentes contextos culturales en la lucha contra COVID-19.
Polarización política
Una barrera cultural para la acción coordinada dentro de los países es la polarización política. La polarización entre los ciudadanos viene en dos variedades. La "polarización actitudinal" se refiere a los partidarios que toman posiciones extremas en cuestiones opuestas, mientras que la "polarización afectiva" se refiere a los partidarios que no les gusta y desconfían de los de la parte (s) opuesta (s) 87,88. La polarización afectiva tiene consecuencias políticas, como disminuir la confianza89, privilegiar las etiquetas partidistas sobre la información política90 y creer información falsa91, que pueden socavar las relaciones sociales y económicas88 y perjudicar la salud pública.
Un problema con la polarización durante una pandemia es que podría llevar a diferentes segmentos de la población a llegar a diferentes conclusiones sobre la amenaza en la situación y las acciones apropiadas. Los partidarios pueden recibir diferentes noticias porque los individuos pueden auto-seleccionar fuentes de noticias polarizadas o "cámaras de eco" 92,93 o pueden comunicarse de formas asociadas con un menor intercambio de información entre partidos 94. Pero las interacciones políticas en persona pueden proporcionar más oportunidades para la comunicación interpartidista95 (que producen un entendimiento compartido). La disminución en el contacto en persona debido a COVID-19 puede reducir las interacciones entre partidos y el intercambio de información.
Sin embargo, hay pasos procesables que podrían reducir la polarización.
Primero, la pandemia no solo resalta una identidad común con las personas que enfrentan el mismo riesgo, sino que también puede fomentar una sensación de destino compartido. Al destacar una identidad general, los políticos, los medios de comunicación y los líderes de opinión podrían ayudar a reducir la división política en torno al tema.
En segundo lugar, un trabajo cada vez mayor muestra que las percepciones erróneas del otro lado subyacen a la polarización96,97. Por lo tanto, es probable que sea importante combatir la información errónea que podría generar un razonamiento motivado partidista y creencias inexactas.
Finalmente, los líderes pueden destacar el apoyo bipartidista a las medidas relacionadas con COVID-19, cuando existen, ya que tales respaldos en otros contextos han reducido la polarización y conducido a un razonamiento menos sesgado98.
*Ver las referencias bibliográficas en el documento original: https://www.nature.com/articles/s41562-020-0884-z#Bib1