Una de las primeras Revisiones Cochrane sobre hipertensión se publicó en 1998, y evaluó tratamientos para las personas de edad avanzada. Fue considerablemente actualizada por segunda vez en junio de 2019.
La presión arterial alta, o hipertensión, que se define como una presión arterial sistólica de 140 mm de mercurio o más, o una presión arterial diastólica de 90 mm de mercurio o más, aumenta con la edad, sobretodo a partir de los 60 años.
La hipertensión sistólica, que es más frecuente en personas mayores, aumenta el riesgo de sufrir un infarto de miocardio o un accidente cerebrovascular y está más fuertemente asociada a la enfermedad cardiovascular que la hipertensión diastólica.
Por tanto, el foco se centra en los efectos beneficiosos y perjudiciales del uso de fármacos que reducen la presión arterial, en vez de placebo o ningún tratamiento, en adultos de entre 60 y 79 años o mayores de 80.
Se buscaron ensayos aleatorizados que hubieran tratado y seguido pacientes durante al menos un año y se identificaron 16 estudios que habían reclutado casi 27.000 participantes de 60 años o más, de países industrializados occidentales que sufrían hipertensión sistólica o diastólica moderada o grave, o ambas.
La edad media de los pacientes fue de 73 años y su presión sistólica media fue de 182 mmHg y la presión diastólica fue de 95 mmHg. La mayoría de estudios evaluaron el tratamiento diurético con tiazida de primera línea por una duración media de casi 4 años.
En pacientes de 60 años o mayores se encontró que el tratamiento farmacológico antihipertensivo redujo la proporción de personas que murieron por cualquier causa durante el estudio de un 11% en el grupo control a un 10% con tratamiento. Esta reducción fue principalmente debida a beneficios en el subgrupo de pacientes entre 60 y 79 años. |
Globalmente, se redujo la morbilidad y mortalidad cardiovascular de un 13,6% en el grupo control a un 9,8% con tratamiento, principalmente debido a una reducción del 1,8% en accidentes cerebrovasculares mortales y no mortales.
Los tres ensayos limitados a pacientes con hipertensión sistólica aislada mostraron beneficios similares.
Los pacientes a quienes se les administró el tratamiento farmacológico fueron más propensos a abandonar debido a efectos adversos. Un 15,7% del grupo de tratamiento abandonó por esta razón comparado con un 5,4% en el grupo control.
En resumen, la administración de tratamiento antihipertensivo a adultos sanos de 60 años o mayores con hipertensión sistólica o diastólica de moderada a grave (o ambas) reduce la mortalidad por todas las causas, los accidentes cerebrovasculares, los infartos y la insuficiencia cardiaca.
La mayor parte de la evidencia en beneficios se relaciona con aquellas personas que no han tenido un evento cardiovascular previo y que utilizan tiazida como tratamiento de primera línea.