Si algo podemos decir con seguridad sobre la blogosfera médica es que los blogs de salud han revitalizado las relaciones médico-paciente. También las de médico-médico y las de paciente-paciente, entre otras. Los blogs de salud han insuflado aire fresco en la comunicación entre los diversos agentes relacionados con la medicina y los cuidados de salud. Las bitácoras, que son la quintaesencia de la llamada web 2.0, han traído la posibilidad de que todos los interesados –médicos e investigadores, pacientes, usuarios, periodistas y otros intermediarios de la información– puedan escribir un blog o participar en el de otros. Esto ha creado mucho ruido informativo y pistas falsas, es verdad, pero también buenos memes o ideas. El balance se antoja positivo.
Son muchos los blogs médicos de calidad y muchísimos más los terriblemente insustanciales. Los hay en todas las lenguas, con grandes audiencias y muy minoritarios, más periodísticos y más personales, de largo recorrido y flor de un día: la blogosfera es rica y caótica como la vida misma. Pero después de una década y media de que aparecieran los primeros blogs de salud, seguimos sin tener una foto panorámica y detallada de esta zona de la blogosfera.
En el directorio de Technorati hay censados casi 20.000 blogs de salud, pero carecemos de un inventario y una clasificación operativa. Aparte de la etiqueta genérica de blog de salud, poco tiene que ver el de un paciente de cáncer en el que cuenta su experiencia con la enfermedad con el de un investigador en el que da rienda suelta a sus pesquisas o elucubraciones. En la blogosfera médica se entra como en una gran ciudad o una gran biblioteca, y uno se va orientando como puede, con su olfato, las pistas que encuentra y guiado por sus intereses.
Las escasas investigaciones que hay sobre la blogosfera médica (en PubMed apenas hay un centenar de referencias que incluyan en el título blog, blogging o blogosphere) se centran sólo en los blogs más influyentes. En 2008, el estudio Examining the Medical Blogosphere: An Online Survey of Medical Bloggers, publicado en el Journal of Medical Internet Research, analizaba un selecto grupo de 80 blogs escritos en inglés y ofrecía un perfil de bloguero de alto nivel (el 71% tenía un máster o un doctorado), familiarizado con las revistas científicas y en menor medida con los medios de comunicación.
Un análisis posterior de 951 bitácoras médicas en inglés, Diagnosis blog: checking up on health blogs in the blogosphere, publicado en agosto de 2010 en el American Journal of Public Health, completaba este perfil del bloguero con nuevos datos: la mitad trabaja en el sector de la salud, la mayoría son treintañeros y mujeres (esto es nuevo, aunque no sorprendente). La mitad de estos blogs estaban escritos desde una perspectiva profesional, mientras que un tercio de ellos adoptaba el punto de vista del paciente o consumidor.
Para muchos enfermos, escribir un blog en el que comparten su experiencia con la enfermedad es una suerte de medicina que antes sólo era posible con las terapias de grupo tradicionales. Su testimonio es una manifestación de la llamada medicina narrativa y, en muchos casos, una buena fuente de información para otros enfermos y para los propios médicos.
Aunque la blogosfera en español está mucho menos definida y estudiada que la escrita en inglés, el I Congreso de blogosfera sanitaria, celebrado en Madrid en julio de 2010, ha puesto de manifiesto que la comunidad bloguera en español está muy viva y empieza a ser bastante numerosa. La lista elaborada por el editor del blog Somosmedicina, en la que hay censados actualmente unos 450 blogs médicos, está en plena expansión (puede solicitarse la inclusión de un nuevo blog en este enlace). Probablemente es sólo una pequeña muestra de lo que hay, pero permite tomar el pulso de las inquietudes de la profesión médica.
En los tiempos anteriores a internet, la letra impresa tenía un innegable marchamo de autoridad. Todavía lo conserva en cierta medida, pero los blogs la están poniendo a prueba todos los días. El maestro Petr Skrabanek hablaba de “la falacia de la autoridad” para referirse a esta tendencia a creer algo simplemente porque lo dice una fuente autorizada, aunque sea el mismísimo The Lancet, del que él fue editorialista. La autoridad está probablemente demasiado arraigada en medicina, y una cosa positiva que han traído los blogs en su conjunto, aparte de revitalizar la comunicación médica, es un saludable aire escéptico y desmitificador de la autoridad.
Gonzalo Casino (Vigo, España, 1961) es periodista y pintor. Su curiosidad se enfoca hacia las confluencias del arte y la ciencia, el lenguaje y la salud, la neurobiología y la imaginación, la imagen y la palabra. Licenciado en Medicina, con postgrados en edición y bioestadística, trabaja en Barcelona como periodista científico e investigador y docente de comunicación biomédica, además de realizar proyectos individuales y colectivos como artista visual. Ha sido coordinador de las páginas de salud del diario El País y director editorial de Ediciones Doyma (después Elsevier), donde ha escrito desde 1999 y durante 11 años la columna semanal Escepticemia, con el lema “la medicina vista desde Internet y pasada por el saludable filtro del escepticismo”. Ahora ha reanudado esta mirada sobre la salud y sus intersecciones con la biomedicina, la ciencia, el arte, el lenguaje y otros artefactos en Escepticemia.com y en el portal IntraMed.
* Archivo completo de Escepticemia desde 1999