GREGORIO BELINCHÓN - Madrid
Bicicleta, cuchara, manzana no es solo un documental sobre Pasqual Maragall y el alzhéimer. Es una gran película, que una crítico -asegura su director, Carles Bosch- ha calificado como "una historia de amor". Bosch (candidato al Oscar con el documental Balseros), los dos productores y Diana Garrigosa, la esposa de Pasqual Maragall, han comparecido esta mañana en una emotiva rueda de prensa porque el filme se ha proyectado dentro de la sección Oficial, aunque fuera de concurso.
Durante dos años, Bosch siguió a Pasqual Maragall, desde el diagnóstico de la enfermedad de Alzhéimer en una fase muy inicial hasta hace unos meses; el ex presidente de la Generalitat y ex alcalde de Barcelona (con este cargo se define ante un desconocido en Nueva York en un momento del largometraje) arranca su lucha personal y profesional, y ahí continúa. "No está aquí", comenta Garrigosa, "porque ha preferido pasear con su nieta y José Ramón Recalde". Prosigue con su día a día, "va a la oficina, y se pone nervioso si falta alguna vez; necesita la agenda llena", y aún publica artículos sobre política. "Pero este filme no es sobre Pasqual, es sobre el Alzhéimer. Si queremos concienciar a la gente no podíamos tampoco rodar diez años sino estos dos", asegura su esposa.
"Es una película válida para todo el mundo, porque en todos los países pasa lo mismo", comenta a su lado el director. Bosch ha insistido mucho en que, en su opinión: "O hacíamos una gran película o no la hacíamos, porque tenía que tener un envoltorio de primera división". Recordando, eso sí, "que cada caso es un caso. Esta película, por ejemplo, acaba en puntos suspensivos. Pasqual no quería hablar de la enfermedad, pero a veces da perlas a la cámara. Lo que sí tenía yo era que quienes le rodean son personas brillantísimas y honestísimas".
Por eso Bicicleta, cuchara, manzana habla de Maragall, sí, pero también se asoma al drama otros enfermos por todo el mundo y muestra el inicio de la Fundación Internacional Maragall contra este mal, el empuje por coordinar a científicos de todo el mundo.
Garrigosa, que demostró ante la prensa un temple y una firmeza espectaculares, dijo: "la distancia a la solución, que puede que llegue en 20 años, no nos hace pesimistas, sino proactivos". Mientras Bosch reconoció que para un documentalista "es mucho más fácil crear emociones que para un director de ficción". "Esta película es una herramienta, espero que útil, para la Fundación Maragall. Había que hacer por tanto un filme que llegara a todos".
¿Y qué opina Maragall? "A él le gusta. Echa en falta cosas y le hubiera gustado que fuese más larga. La ha vuelto a ver entera esta mañana", dice Diana Garrigosa. "La película ha sido una carga con una compensación: estar aquí; la enfermedad de mi marido es una carga, sí, una mala jugada de la vida; así que debo convertir esa jugada en algo mejor". El público, desde luego, está a su lado.