El nuevo virus influenza A H1N1 de origen porcino surgió en México, después en los EE. UU. y, en pocas semanas, en múltiples países de cuatro continentes. La percepción inicial de alta mortalidad entre los mexicanos jóvenes, junto con su rápida propagación en todo el mundo hizo surgir el espectro de la devastadora epidemia de SARS (síndrome respiratorio agudo grave) de 2003.
La OMS subió su nivel de alerta de pandemia de tres a cinco –es decir pandemia inminente- en el curso de tres días. Los Centros para la Prevención y el Control de Enfermedades de los EE. UU., identificaron rápidamente el virus y proporcionaron información sobre su sensibilidad a los antivirales, su biología molecular y su epidemiología a través de Internet y de teleconferencias internacionales organizadas por la OMS.
Los países se apresuraron a contener la epidemia. China y Hong Kong son los que adoptaron acciones más drásticas. China puso en cuarentena a los ciudadanos canadienses y mexicanos, mientras que Hong Kong cerró un hotel cuando se detectó el primer caso de influenza H1N1 en un huésped mexicano y puso a todos los otros huéspedes y al personal en cuarentena.
Inmediatamente después, Singapur, que no tiene casos confirmados hasta ahora, activó su plan contra pandemias.
La OMS subió su nivel de alerta de tres a cuatro. Se diseñó el Sistema de Respuesta a Epidemias (Disease Outbreak Response System, DORSCON-FLU) de Singapur - una serie de alertas codificados por color- para una respuesta nacional escalonada. Se declaró alerta amarilla el 8 de abril de 2009, un día después de que la OMS subiera la amenaza de pandemia a nivel cuatro.
Se instalaron detectores térmicos en las fronteras para pesquisar a las personas con fiebre que entraban al país, con un servicio de ambulancias para enviar los casos sospechosos al hospital designado. Los trabajadores sanitarios de todos los servicios de urgencias, las salas de aislamiento y las unidades de cuidados intensivos debieron usar equipo protector completo, con barbijos N95, guantes y camisolines. Las visitas se limitaron a dos para cada paciente hospitalizado, con registro de sus datos para poder contactarlos en caso necesario.
Cuando la OMS subió el nivel de alerta a cinco, Singapur declaró alerta naranja. Todos los trabajadores sanitarios debieron usar barbijo N95 en su trabajo y se les controló la temperatura dos veces al día. Los empleados en centros sanitarios debían usar barbijos de cirugía. Las prácticas clínicas de los estudiantes de medicina y enfermería se cancelaron. Cada paciente sólo pudo recibir un visitante por día y se establecieron controles en las entradas de todos los hospitales. El traslado de pacientes y trabajadores sanitarios se limitó a tres hospitales y se suspendieron las rotaciones de los médicos principiantes. Las conferencias médicas se cancelaron, las licencias del personal sanitario se restringieron y las operaciones electivas se postergaron. Los hospitales limitaron los viajes al exterior de sus empleados, indicando cuarentena o estudios de detección viral a su regreso de países que habían informado transmisión local. Además, se puso en cuarentena por 7días a las personas que habían regresado de México.
Se solicitó a las escuelas que comenzaran a controlar la temperatura de todos los alumnos. Se emitieron mensajes sobre la distancia a guardar en los contactos sociales, el lavado de manos y la responsabilidad social. Estas medidas sólo bajaron a DORSCON amarillo el 7 de mayo, cuando se vio que la enfermedad no era tan virulenta como se había pronosticado. Las restricciones de visitantes y la vigilancia de la temperatura del personal y el aumento del control de la infección en los hospitales continuaron.
Estas medidas tan drásticas tomadas en Singapur, Hong Kong y China podrían parecer excesivas en relación con otras respuestas centradas en el aumento de la vigilancia epidemiológica, el mayor control de la infección, las restricciones a los viajes y el cierre de establecimientos escolares. No obstante, es importante recordar que Singapur, Hong Kong y China estuvieron entre los países más afectados por la epidemia de SARS. Las muertes de muchos trabajadores sanitarios durante la epidemia de SARS y la devastación económica causada influyeron sobre los responsables de las políticas públicas para implementar rápidamente estas medidas tan severas.
El virus de la influenza A H1N1 tiene diferencias virológicas y epidemiológicas con el virus del SARS. Aunque se notificó que una enfermera de Alemania adquirió el virus en el hospital, la inmensa mayoría de las infecciones fueron extrahospitalarias. El aislamiento de los pacientes con SARS se asoció con mala evolución, al igual que el empleo prolongado por los trabajadores sanitarios de equipos protectores personales. El desvío de recursos para la epidemia de SARS tuvo consecuencias imprevistas sobre el resto del sistema de salud.
Resta comprobar si las rigurosas medidas tomadas por los países afectados anteriormente por el SARS serán costo-eficaces para controlar la influenza pandémica. Son necesarios estudios prospectivos quasi experimentales para evaluar estas respuestas. Estos estudios formarán la base de evidencia en preparación para una pandemia de infecciones emergentes con diversos grados de virulencia.
♦ Comentario y resumen objetivo: Dr. Ricardo Ferreira