Actualizaciones Cardio – Metabólicas

Embarazo de riesgo: drogas cardíacas y aspectos psicológicos

Se considera riesgo en el embarazo a cualquier factor médico o social materno-fetal que afecta adversamente al embarazo.

Autor/a: Dr. Guillermo Fábregues

Indice
1. Aspectos psicológicos de la embarazada de alto riesgo
2. Drogas y embarazo

Por: Dra. Alicia Lapidus

Material extractado del XIV Congreso Argentino de Hipertensión Arterial, 28 al 30 de Abril y 1 de Mayo del 2007, Ciudad de Córdoba, Argentina.

Hay muchas cosas que le pasan a una mujer embarazada que nosotros desconocemos. Todos decimos que puede estar angustiada y demás, pero en realidad no tenemos muy en claro qué es lo que le sucede.

Se considera riesgo en el embarazo a cualquier factor médico o eventualmente social materno-fetal que afecta adversamente al embarazo.

Se pueden dar en este sentido diferentes situaciones:

- Enfermedades maternas pre-gestacionales
- Enfermedades inducidas por el embarazo
- Complicaciones fetales
- Complicaciones del parto

Lo que nosotros nos tenemos que plantear es el choque que se produce entre lo real y lo ideal.

La frecuencia de embarazos de alto riesgo es de entre un 15 y 20%, e incluso este porcentaje puede ser más alto.

Hay muchísimos trabajos sobre el embarazo de alto riesgo, pero son muy pocos los que se refieren al funcionamiento psicosocial de las pacientes embarazadas con alto riesgo.

¿Qué les pasa a estas mujeres?

En ellas encontramos:

- Depresión, que es lógico que suceda.
- Presentan comportamiento regresivo: actúan como nenas, se ponen caprichosas y no quieren seguir las indicaciones de terceros.
- Baja autoestima y alteración de la confianza en su habilidad materna: se sienten mal porque pierdan la capacidad de ser madres.
- Sienten resentimiento hacia las mujeres con embarazos normales: están enojadas con todos.
- Sienten autorrecriminación por hechos reales o normales: se sienten culpables porque piensan que caminaron mucho, porque fueron a una fiesta, etc.

Los embarazos siempre están llenos de “fantasmas” detrás.

Las pacientes que vienen con antecedentes de pérdidas de embarazo anteriores, en general no tienen resuelto este tema, todavía están lamentando esa pérdida.

Esto hace que se sientan culposas, porque piensan que algo habrán hecho para perder ese embarazo y sienten que con su nuevo embarazo algo va a pasar también.

También en ellas se observa una ambivalencia, porque sienten que quieren tener ese hijo, pero al mismo tiempo sienten temor que le haga daño y entonces no lo desean.

Y además tienen el riesgo real de que pueden perder este embarazo también.

Todo esto contribuye a que estas mujeres se adapten deficientemente a la situación de embarazo y de maternidad. No se consiguen adaptar y se preparan para lo peor.

Se preparan para ello adoptando una distancia del embarazo, con un escaso vínculo con la situación de embarazo y con el feto, y con una negación de la enfermedad. Por lo tanto, no hacen reposo ni no hacen dieta.

Esto se ve muchos en las embarazadas diabéticas que tienen que hacer dieta y tratarse con insulina, que adoptan un comportamiento regresivo de negar la enfermedad.

En aquellas que tienen enfermedades crónicas, como aquellas que tienen enfermedades renales crónicas (que están en diálisis o trasplantadas), el embarazo se transforma en una especie triunfo, en una esperanza contra los estragos de la enfermedad crónica que tienen.

Además comienzan a tener una especie de “pensamiento mágico”. Sienten que si les va bien en el embarazo también les va a ir bien con su enfermedad; y si fracasan en el embarazo fracasan en su enfermedad.

Y si internamos a estas mujeres el estrés va ser triple, porque está el embarazo, el riesgo y ahora la internación.

A esto se suma la incertidumbre, porque no saben cómo va a terminar todo eso, lo que genera:

- Más ansiedad
- Depresión
- Baja estima

También hay una alteración de los vínculos familiares, porque la paciente se aleja de su entorno.

Por supuesto, no es lo mismo cuando la paciente está en un sanatorio, donde la familia la visita; que es un hospital, donde el horario de vista es muy restringido y la paciente está muy sola.

En nuestro servicio las pacientes están internadas en grupos de a cuatro, lo cual permite que hablen entre ellas y puedan hacer su propio grupo de autoayuda. Pero a su vez esto tiene una desventaja.

Por lo general  lo que ellas suelen decir es:

- “Es tan difícil estar sin mi familia...”
- “Vi tantas cosas desde que estoy aquí...”
- “Te explican poco...”
- “Estoy sola...”
- “No puedo hablar de mi miedo con mi marido, porque él se asusta más...”
- “Los doctores hablan entre ellos, no les entiendo y me asusta...”

Es decir, tienen una constante sensación de miedo y soledad. Y en realidad en este sentido con muy poco podemos hacer mucho.

En realidad lo muy poco es hablar y escuchar mucho más, y además hay que entender que todas estas pacientes tienen que tener un soporte psicológico, porque no alcanza con lo nuestro. Necesitamos el aporte psicológico.


♦ Contenido suministrado por GTV Comunicación