El argón es un gas noble, no inflamable, no tóxico, inodoro e incoloro, inactivo fisiológicamente. Su inhalación en estado puro puede ocasionar sin previo aviso pérdida súbita de conciencia, sofocación, somnolencia, aumento de la presión arterial y dificultades respiratorias.

La corriente fluye a través del cuerpo del paciente hasta la placa neutra. El argón se ioniza en el campo eléctrico de alto voltaje que se crea entre el final del catéter y el tejido que sirve como conductor de la corriente eléctrica de alta frecuencia,  penetrando en el tejido y completando el circuito eléctrico a través de un electrodo neutral. Para ionizar el gas argón (transformarlo en plasma), hace falta la fuerza de un campo eléctrico de 500 V/mm2.

El rayo de argón que se genera automáticamente, es guiado por la dirección y la fuerza del campo eléctrico, siendo atraído por el tejido que tiene resistencia mas baja  independientemente del flujo de argón.

La puesta en marcha de la descarga eléctrica en el tejido genera calor, causando desvitalización, coagulación y desecación, lo que produce retracción del tejido. Como el gas argón es inerte no causa vaporización ni carbonización, por lo que no produce humo.

El color blanco corresponde al tejido desecado; este incrementa su resistencia, haciendo que el rayo de argón ionizado progrese automáticamente al tejido adyacente que todavía es conductor; esto limita uniformemente la profundidad de la coagulación entre 2 y 3 mm.,  resultando menos probable que ocurra una perforación y aumenta el área coagulada.

Como modalidad terapéutica APC rivaliza con otros métodos térmicos cómo la electrocirugía convencional y Láser, además de otros antiguos como el inyectable o modernos cómo la fotodinamia.