“Lado B”, por Celina Abud

Björk, Kierkegaard y la intimidad que puede salvarnos

La canción “Hyperballad” parece calcada del concepto de "angst". Su protagonista puede dominar su "mareo de libertad" cuando nadie la ve. ¿Pero qué pasa en tiempos de "extimidad"?

Autor/a: Celina Abud

Fuente: IntraMed

“Paso por todo esto antes de que te despiertes. Así me siento más feliz de estar aquí arriba contigo”. Ese es el estribillo de Hyperballad, una mítica canción de Björk, incluida en el álbum Post (1995). Su nombre (que no se replica en ninguno de los versos) sugiere el profundo romanticismo de la canción, pero lejos de las percepciones rosas, la protagonista llega a valorar al amor porque también conoce la posibilidad de la pérdida, que puede ser abrupta y feroz. Es desde ahí que la cantautora islandesa le agrega el “hiper” a la balada.  Y sus versos lo demuestran.

Comienza con la frase: “Vivimos en una montaña, justo en la cima”, desde donde hay una hermosa vista. Y después pasa a detallar su pequeño ritual. “Cada mañana camino hasta el risco y empiezo a arrojar cositas, como partes de autos botellas o cubiertos; lo que sea que encuentre tirado por ahí”. A medida que avanza la canción, la protagonista confiesa que eso se volvió un hábito, una manera de empezar el día y le dice a su amado que lo realiza antes de que él se levante así puede valorar más aquella felicidad.

La canción de Björk parece calcada del concepto de angst, perteneciente al filósofo danés Søren Kierkegaard, quien en 1844 describió a la angustia o temor como un miedo poco definido. Para graficarlo, usaba como ejemplo a un hombre al borde de un precipicio que, cuando mira hacia abajo, experimenta un miedo definido a caer, pero también un tenebroso impulso de lanzarse al vacío de manera voluntaria.

La angustia o temor es provocada entonces por nuestras propias posibilidades. A lo que nos provoca el hecho de que una persona tenga la chance real de hacer algo, aunque sea la peor de elecciones, Kierkegaard lo llama “mareo de libertad”.

Björk, en su canción, siente ese mareo, pero encuentra su propia estrategia de afrontamiento para dejarlo a un lado y, de esa forma, cuidar su felicidad: arroja objetos al risco como extensión o transposición de ella misma. Lo confirma en otra de sus estrofas: “Estoy de vuelta en el acantilado, todavía lanzando cosas. Escucho los sonidos que hacen en su camino hacia abajo, las sigo con mis ojos hasta que se estrellan. E imagino cómo sonaría mi cuerpo, golpeándose contra esas rocas ¿Y cuando aterrizara, mis ojos estarían cerrados o abiertos?”.

Kieerkegard, que era religioso, se centró en la primera angustia experimentada por el hombre: la elección de Adán de comer o no la manzana del árbol de la sabiduría, prohibida por Dios. Como no existían los conceptos del bien y el mal, para el filósofo danés la angustia (por la libertad de obedecer o no), precedía al pecado.  Presupone que esa angst era la que motorizó a Adán a comer la manzana. Pero también la angustia, que puede llevar a una conducta destructiva “es también el camino para que la humanidad sea salvada”. Esa incomodidad nos lleva a reflexionar sobre nuestras opciones. Por lo tanto, la angustia puede ser una posibilidad para pecar, pero también el reconocimiento o la realización de nuestra propia identidad y libertad.

La mujer de Hyperballad abraza ese “mareo de libertad”, sin negarlo, haciéndolo balada. Una balada de música electrónica que, por su ritmo, suena como un corazón furioso después del “angor”, si nos vamos a los conceptos médicos.

Reflexión y extimidad: ¿compatibles?

Pero la canción de Björk toca otro concepto. Porque a ese mareo, la protagonista lo experimenta en la más completa intimidad. Elige la paz de las primeras horas para reconocer su angustia y transformarla en salvación. Ahora, en tiempos en que la esfera de lo privado se esfuma hasta desaparecer, ¿es posible salvarnos?

La antropóloga argentina Paula Sibilia postuló que la “extimidad” posmoderna, con sus formas de exposición permanente, se contrapone a la intimidad, una pieza fundamental de la modernindad de los siglos XIX y XX. Durante una conferencia en la Universidad de San Martín Sibilia había señalado que “las redes sociales son el emblema de la transformación de la intimidad en extimidad” y que estamos todo el tiempo en el mundo online, en canales para exhibirla públicamente.

Ahora que buena parte de nuestra sociabilidad pasa por ahí, ¿podríamos imaginar a la protagonista de “Hyperballad” tomándose ese momento reflexivo para tirar cosas y  transposicionar su angts o se sacaría una selfie que cobraría incluso más valor que el del regreso junto al ser amado? ¿Se perdería la posibilidad de contrastar estos momentos para valorarlo más?

Tomemos otro ejemplo desde las artes que contrapone a la intimidad y a una “extimidad” adelantada, que barre con el pudory con la forma de reflexionar en soledad, pero no por la exposición en las redes, sino por una suerte de juegos de rol. El cuento “El falso autoestop”, de Milan Kundera, incluido El libro de los amores ridículos (1969) habla de cómo una pareja perdió la posibilidad de ser salvada cuando se borraron esos instantes de la esfera íntima individual.

El texto habla de novios que se va de vacaciones en auto. Él es un joven experimentado (aunque no tanto) mientras ella una muchacha pudorosa, al punto de no reconocerle a su pareja que debía parar en un campo para orinar tras horas de manejo. El texto habla de la necesidad y el disfrute de lo íntimo. 

“Se dirigió hacia él, se escondió tras un arbusto y disfrutó durante todo ese tiempo de una sensación de satisfacción. (Es que hasta la alegría que produce la presencia del hombre a quien se ama se siente mejor a solas. Si la presencia de él fuera continua, sólo estaría presente en su constante transcurrir. Detenerla sólo es posible en los ratos de soledad”.

También, de forma íntima, el chico percibe amar a su novia por “su alma”, que se transluce en la vergüenza, al punto de hacerla diferente de otras conquistas anteriores. Claro que eso ella no lo sabe y se siente en inferioridad de condiciones frente a otras mujeres. Entonces juega a ser una falsa autoestopista desenvuelta, una chica con la que perfectamente su novio podría engañarla. En una escena en la que van a un restaurante y toman mucho vodka (la chica no suele beber más de una copa de vino), se lee:

“—¿Puedo preguntarle adónde va, señorita?

—A mear, si no le importa — dijo la chica y se alejó por entre las mesas hacia una cortina de terciopelo”.

La tragedia del cuento ronda en que la joven, liberada de sí misma, siente que puede hacerlo todo, pero a la vez se percibe aún más amenazada por esa mujer que no es, mientras el hombre descubre que todo lo que ama de su novia podría ser, al menos, parcial y no encuentra singularidad en eso.

“Aquellas dos imágenes que se transparentaban le decían que en la chica había de todo, que su alma era terriblemente amorfa, que cabía en ella la fidelidad y la infidelidad, la traición y la inocencia, la coquetería y el recato; aquella mezcla brutal le parecía asquerosa como la variedad de un basurero”.

Tanto la canción de Björk como el cuento de Kundera, hablan de que podemos inventarnos ficciones más felices o menos afortunadas para lidiar con el sentimiento de angst.  Y que el  “mareo de libertad” que puede salvarnos o destruirnos.

Pero en tiempos donde la intimidad es un bien escaso, ¿no se reducen las chances de reflexionar y por ende, de elegir? Tal vez nuestro artificio más benévolo con nosotros mismos sea crear un momento de silencio hecho para no ser expuesto y, con suerte, escuchar, cuan beat electrónico, los latidos de nuestro propio corazón.


Referencias

El concepto de la angustia (1844), por Søren Kierkegaard.

•”El falso autoestop”, cuento incluido en El libro de los amores ridículos (1969), Milan Kundera.

• Paula Sibilia: “Las redes sociales son el emblema de la transformación de la intimidad en extimidad”, por Gaspar Grieco, Noticias UNSAM, 8/8/2017.