Abierto a médicos y a la comunidad

El Hospital de Clínicas inauguró su Museo

Durante sus más de 140 años de existencia, la institución médica albergó múltiples historias. El espacio se pensó para preservarlas y también para explicar el presente.

La apertura del Hospital de Clínicas José de San Martín en 1881 representó un hito para la asistencia, la educación y la investigación en salud, pilares que honró en sus más de 140 años de historia. Para preservar la memoria, la Asociación Médica del Hospital de Clínicas inauguró un museo de la institución, que custodia no sólo piezas de valor histórico, sino también objetos que explican el presente.  Fue esta premisa la que motivó al Dr. Luis Sarotto, presidente de la Asociación Médica del Hospital de Clínicas a tomar el desafío de crear para la posteridad el museo, en cuyo espacio tuviese como objetivo el de contar las historias que nacieron de esta emblemática institución.

 Los museos nacieron en el renacimiento como espacios donde se guardaban y custodiaban “colecciones”. Desde esa época, su concepción fue mutando hasta convertirse en espacios para entender en la actualidad. Bajo esta premisa, el Museo del Hospital de Clínicas quedó inaugurado en La Noche de los Museos, que se celebró el 24 de agosto de 2023. Durante la velada, se recibieron a más de 5.300 visitantes con visitas guiadas, un ciclo de conferencias y hasta una “milonga médica” que duró hasta las tres de la mañana..


Desde su apertura, se pensó como un espacio vivo donde se destaca el trabajo de ilustres colegas del pasado a modo enseñanza y también para transmitir sentido de pertenencia.La historia que quiere contar este lugar, que funciona dentro del hospital en el primer piso, lindero a la biblioteca central está conformada por personas y por hechos, por pacientes y profesionales ilustres.

Una institución desbordante de actividad como el Clínicas ha generado que cada uno de sus servicios, cada dependencia y hasta cada uno de sus pasillos, hayan sido testigos de infinidad de historias. Y, para no perderlas, se conformó este espacio, cuyas puertas se encuentran abiertas no solo para los profesionales en búsqueda de quienes los antecedieron, sino también para la comunidad.

Dr. Luis Sarotto. Presidente de la Asociación Médica del hospital, Dr. Eduardo Scarlato. Director del Museo del Hospital, Dr. Marcelo Melo. Director del Hospital de Clínicas yDr. Damian Zopatti. Director de Estadística y Subdirector del Museo.

El espacio permite que cada visitante pueda hallar en cada pieza elegida un objeto antiguo, una historia puntual o toda una lección de vida. 

El Dr. Eduardo Scarlato, Director del Museo, el Dr. Damián Zopatti, Subdirector y la Bria. Silvana Benitez, Curadora del Museo informaron a IntraMed que los días de visita son los martes, miércoles y jueves de 9:00 a 12:00 hs. y que a la fecha no solo han recibido la visita del personal profesional y técnico de la institución, sino también de la comunidad médica en general, colegios, estudiantes universitarios y público general.

Se pueden programar visitas grupales contactándose al tel: 5950-8702, o por mail: museo@hospitaldeclinicas.uba.ar 

Silvana Benítez, Jefa de Biblioteca del hospital y Curadora del Museo; Dr. Luis Sarotto, Presidente de la Asociación Médica del Hospital y Dr. Marcelo Melo, Director del Hospital de Clínicas.

Un poco de historia

Desde 1881, el Clínicas estuvo presente en todos los procesos históricos de relevancia para nuestra sociedad y forjó una lista de personalidades que trascendieron fronteras para recibir el reconocimiento de la comunidad científica internacional.

En este hospital se diseñaron diferentes procesos médicos que hoy son implementados en el mundo entero. También fue una casa de formación de excelencia que albergó a colegas ávidos de conocimiento, y provenientes de todas las latitudes.

El proyecto de crear un Hospital de Clínicas, que en sus comienzos y por muy poco tiempo se lo denominó Hospital Buenos Aires, nació por la necesidad de brindar asistencia tanto clínica como quirúrgica a una población en crecimiento vertiginoso.

Hablamos de una época en la que si bien el prestigioso cirujano británico Joseph Lister (1827-1912) había descripto las vaporizaciones de ácido fénico en sus cirugías, y que el Dr. Manuel Augusto Montes de Oca (1831-1882) implementaba esta técnica en su sala de Clínica Quirúrgica, la diseminación infecciosa, cuyo origen no era todavía bien entendido, era de tal grado que se la denominaba “podredumbre del hospital”. Esto hacía que cualquier intervención quirúrgica menor pudiese terminar en una septicemia fatal.

No existen muchos registros de este Hospital de Hombres, el que dicho sea de paso, no había sido construido con fines asistenciales sanitarios sino que fue una remodelación de un convento bethlemita inconcluso, cuyas dos grandes salas principales comenzaron a albergar enfermos, a partir de la separación de esta orden religiosa por disposición de Bernardino Rivadavia.


En lo operativo, los estudiantes se dividían en internos y externos, dependiendo si vivían o no en el hospital. A su vez, los internos podían ser menores o mayores, dependiendo de las prácticas que estaban autorizados a realizar, las que incluían por aquella época sangrías, colocación de ventosas o curaciones con ácidos, entre otras destrezas.

Una vez realizada la “recorrida de sala” por parte del catedrático que era acompañado por sus internos mayores y menores, el cabo de la sala y otros ayudantes, las clases eran impartidas en los cuartos donde vivían los practicantes ya que aún no se contaba con aulas destinadas a la docencia hospitalaria.

Si bien existen registros que hablan del orgullo de pertenencia a esta institución por parte de sus estudiantes, otros testimonios confirman que desde lo edilicio, el hospital de hombres se presentaba “con sus puertas desvencijadas, leprosas de mugre y pintura descascarada, sus paredes haciendo vientre y próximas a estallar por falta de equilibrio, y por el cansancio de tantos años de absorber humedad, miasmas y raíces de palán palán”.

Su botica estaba dirigida por el por entonces farmacéutico Ignacio Pirovano, quien posteriormente iniciaría sus estudios de Medicina. Pero más allá de los esfuerzos realizados, las infecciones ocurridas en los pacientes operados era de tal magnitud que el Dr. Montes de Oca comunicó a la Academia de Medicina, de la que dependía la Facultad de Medicina, que no practicaría ninguna intervención quirúrgica hasta que la Facultad no facilitara otro local menos contaminado.

Fue bajo la gobernación de Carlos Tejedor que, por sugerencia de la Academia Nacional de Medicina, se iniciara en 1877 la construcción del Hospital de Clínicas en la manzana comprendida por las calles Córdoba, Andes (actual Uriburu), Paraguay y Junín, motivado por el estado ruinoso del Hospital de Hombres y por la elevada incidencia de complicaciones infecciosas de las heridas quirúrgicas.

El edificio se entregó para su funcionamiento en julio de 1881, aunque debutó como institución sanitaria en junio de 1880 durante el conflicto por la federalización de la ciudad de Buenos Aires, cuando el hospital se convirtió en cuartel de rifleros y albergó gran cantidad de heridos por los cruentos combates de Puente Alsina, Corrales y Barracas, hasta el 31 de agosto de 1880, en que la provincia de Buenos Aires, vencida por las tropas de la Nación entrega el hospital a la Facultad de Ciencias Médicas y al gobierno nacional.

Su estructura edilicia se dividía en seis secciones, cada una formada por un pabellón de 35 x 8 metros y con una altura de 5 metros, lo que representaba un espacio de 1400 metros cúbicos de aire, o sea, un espacio de 55 metros cúbicos por cada enfermo. Entre estos pabellones, los jardines poseían un sinnúmero de magnolias, jazmines del Cabo, rosas, laureles, plantas de digital, pasionarias, árboles de alcanfor, jacarandás y diversas especies de coníferas, que alternaban entre bustos y esculturas. Y en el centro de sus instalaciones, una capilla, único sobreviviente estructural hasta nuestros días.

Fue en este espacio entonces, donde historias de vida e hitos se desarrollaron. Hoy todos son recordados y contados en este museo, por lo que al igual que en las puertas del Museo del Hombre en París, donde pueden leerse las palabras de Paul Valery: “De quien pase, dependerá que yo sea tumba o tesoro, que yo hable o que calle”, les damos la bienvenida a nuestra casa, poblada de queridos maestros que nos siguen enseñando, y que ustedes, queridos visitantes, serán sus invitados especiales.

*Todas las fotos son gentileza de la Asociación Médica del Hospital de Clínicas.