Falleció tras aprobar su tesis

Ian Epstein, el joven que se recibió de ingeniero contra todos los pronósticos médicos

Al comienzo de la cursada le hallaron un glioblastoma. La sobrevida promedio del tumor cerebral es de un año, pero vivió 7, con la única preocupación de recibirse. Su familia de médicos lo recuerda y le rinde homenaje en esta entrevista.

Autor/a: Entrevista de Celina Abud

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El pasado 26 de septiembre llovió en Buenos Aires. Uno de los tantos días grises típicos del inicio de la primavera en la ciudad, tan cotidianos para muchos, pero inolvidable para la familia Epstein, a la que le tocó ir a recibir el título en nombre del menor de ellos, Ian, quien falleció a causa de un glioblastoma.

Terminó su carrera contra todos los pronósticos, incluso los médicos, porque ese tipo de tumor cerebral tiene un pronóstico de sobrevida promedio de un año, pero Ian vivió siete. Había recibido el diagnóstico a inicios de la cursada. Entró en remisión y el momento de  la recidiva fue poco antes de la tesis. Siempre cursó de a varias materias simultáneas, en conjunto con las indicaciones para controlar la enfermedad. Como si a puro convencimiento, hubiese elegido quedarse para  cumplir su misión, la de recibirse.

“En mi casa no te preguntan qué carrera vas a seguir… te preguntan qué especialidad”, solía bromear Ian, quien provenía de una familia de médicos. Su madre, la cardióloga Melina Huerin relató que fue el único en “animarse” a elegir otra carrera y su padre Eduardo Epstein, médico y director de un instituto cardiovascular indicó que para su hijo, la Universidad de Buenos Aires (UBA) siempre había sido la única opción, más allá que contaba con las posibilidades de estudiar en cualquier establecimiento.

Así lo recuerdan, tenaz y metódico “a lo ingeniero”, tanto en seguir su cronograma de estudios como el de turnos, consultas, radioterapias y cirugías. Mientras sus padres y hermanos, también médicos, buscaban investigar sobre nuevo tratamientos –pero también caminaban a Luján a la espera del milagro– Ian seguía una estricta dieta cetogénica y llevaba un Excel con todos los medicamentos que tomaba.

Tal vez, para honrar el ímpetu previsor de Ian, sus padres salieron con mucha anticipación ese 26 de septiembre para la entrega de diplomas, porque viven lejos y querían evitar problemas de tráfico. La ceremonia, en la sede de Paseo Colón de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Buenos Aires, fue más que emotiva. Tanto su madre como su padre dijeron unas palabras para recordarlo –que se reproducen en las páginas 2 y 3 de este artículo– y también el Decano.

“Hiciste toda la carrera sólo pensando en la carrera. Tu desafío NO era curarte, era ser ingeniero”, relató Melina en su discurso y recordó que “del tumor no se hablaba”, que Ian nunca dejó de cursar varias materias en simultáneo y que no se ponía nervioso ante el miedo de que el glioblastoma regresara, sino por las fechas muy cercanas entre finales.

“Además de tener valores y determinación, Ian era un chico pícaro, muy ingenioso, con un gran sentido del humor y con una sabiduría digna de alguien de 200 años, por lo calmo, confiable y amoroso”, señala la familia de Ian, compuesta además por sus hermanos mayores Lucas y Teo.

“Lo llevamos en nuestro corazón por siempre. No está con nosotros, está EN nosotros. Al infinito y más allá. Ian por siempre”, expresa la familia quien contestó esta entrevista para IntraMed a modo de homenaje, para un hijo que parecía querer enfrentar a su historia clínica con tenacidad para honrar su misión, que consistía en nada más ni nada menos que honrar la vida.

¿Cómo recibieron desde casa la noticia de que Ian quería ser ingeniero?

Ian estaba entre Medicina e Ingeniería. En el colegio secundario se destacó en el área de biología. Tal vez buscando diferenciarse —y conectado con el desarrollo de la carrera que hizo su papá en el mundo empresario— se animó a encarar una carrera diferente a la de su familia. Lo recibimos con mucha alegría y entusiasmo, porque si su deseo estaba en el mundo de los negocios, Ingeniería nos parecía la carrera ideal. Desde el inicio de la cursada, mostró un compromiso franco y siempre se lo vio satisfecho de su elección, entusiasmado, incluso divertido con los desafíos matemáticos.

Aunque el pronóstico de sobrevida del glioblastoma es de 1 año, Ian vivió 7 y pudo terminar la carrera. ¿Cómo piensan que lo ayudó tener una misión tan clara a la hora de transitar su enfermedad?

Ser ingeniero fue un leitmotiv fuertísimo en su vida. En una familia donde ser profesional era parte de la cultura, lograr el título era un motor y un proyecto central. Seguramente, ese objetivo lo ayudaba a focalizarse en algo positivo e intenso, en lugar de dejarse llevar por la tristeza que una enfermedad tan letal puede provocar a cualquier ser humano. Más allá de esto, Ian tenía una fuerza y una sabiduría especial que le permitía sobrellevar sin angustias visibles la incertidumbre de su pronóstico y la proximidad de la muerte, que siempre es un tema complejo de abordar para cualquier ser humano, pero en especial para una persona tan joven. Por fuera de nuestras conjeturas, el tumor regresó tres meses después de que aprobara su última materia. La tesis fue entonces el desafío final que Ian debió atravesar para cumplir su sueño.

¿Cómo fueron los momentos en que los Ian aprobó la tesis y cuando ustedes recibieron su título en la UBA en nombre de él?

Ian aprobó su tesis en forma virtual. La preparó durante casi un año, de los cuales los últimos 6 meses ya estaba nuevamente enfermo con una recurrencia del glioblastoma muy dura, con cirugía, radioterapia, quimioterapia e inmunoterapia, además de varios tratamientos adicionales que aún están en fases tempranas de investigación y desarrollo. Estos últimos meses lo afectaron mucho en su rendimiento, le quitaron tiempo y energía. Tuvo varias internaciones y complicaciones muy  serias asociadas a la enfermedad o a sus tratamientos. Con muchísimo esfuerzo logró termina su tesis. Fue un titán. El examen lo rindió desde su cuarto, solo, con sus profesores miembros del jurado y su compañero de tesis. Ian eligió una buena camisa, se emprolijó la barba para la ocasión. Nosotros, afuera, lo esperábamos y luego de algunas horas, nos asomamos por la puerta para ver cómo estaba. Nos dijo que aún faltaba la nota y que el jurado estaba deliberando. Al rato salió y le preguntamos si ya era ingeniero y nos dijo que sí. Estábamos todos en casa: sus hermanos, sus cuñadas, su sobrina Emma y nosotros dos. Sacamos muchísimas fotos, tuvimos un asado maravilloso y fuimos felices en medio de tanta tristeza. Esto fue el 6 de junio del 2022, que es para los ingenieros de nuestro país el Día de la Ingeniería, porque se conmemora el día en que se recibió el primer ingeniero de la argentina en la UBA: Luis Augusto Huergo. Días después, el 4 de agosto, Ian falleció, un mes antes de cumplir sus 27 años.

En cuando a la entrega de su diploma, para no molestar a conocidos con una cita al mediodía en la sede de Paseo Colón, decidimos convocar sólo a la familia directa, amigos íntimos de Ian y profesores que estuvieron vinculados a la tesis. El acto fue presidido por el Decano de la Facultad de Ingeniería del a UBA, el Ingeniero Alejandro Martínez, el Secretario Académico de FIUBA, ingeniero Lucas Macias y el Subsecretario de Relación con Graduados de FIUBA, Ingeniero Luciano Cianci. Fue en la hermosa sala que usan para la entrega de los títulos. Estaba la foto de Ian en un atril, hermoso, luminoso, con su sonrisa de siempre. Fue muy fuerte, muy emotivo, lloramos, nos reímos, lo recordamos. Fue doloroso pero también una caricia para el alma.

¿Cómo los transformó esta fuerte experiencia como personas y como médicos?

La muerte de un hijo, de un hermano, es un evento demoledor. Es estar roto, amputado. Ya no seremos los mismos. Asistimos cada semana a RENACER, un grupo de ayuda de papás que perdieron hijos. Nos hace bien y su nombre representa lo que tenemos que hacer: reconstruirnos como seres humanos para poder continuar nuestra vida de la mejor manera posible. En eso estamos como personas. Intentamos superar la angustia, el enojo, la incredulidad, la depresión, la tristeza. Como en todo, siempre hay oportunidades: separar lo importante de lo intrascendente, valorar cada minuto de la vida, ser más compasivos, estar más atentos al prójimo. A veces lo logramos, a veces no. También, la desaparición de un hijo, es la oportunidad de sentir con una fuerza inimaginable —­que sólo puede provocar la tragedia— la intensidad del amor incondicional. La enfermedad de Ian nos cohesionó como familia, para luchar por él. Su pérdida nos enfrenta con la tarea probablemente más dura que una persona deba enfrentar.

¿Qué legado les gustaría que deje la historia de Ian?

Creemos que Ian honraba valores hermosos que deberían estar presentes en todos nosotros. La búsqueda del mérito, que no te regalen nada, la honestidad (intelectual y de la otra), la sensibilidad, el cuidado y la atención por las necesidades del otro, el esfuerzo, la disciplina. Ian tuvo la capacidad de crear lazos fuertes con familia y amigos, darles prioridad y CONFIAR en la entrega mutua (el confió su salud en su familia médica sin ninguna duda).

Que sea esta una historia inspiradora, que permita darle fuerza y sentido a otras personas cuando enfrenten momentos desafiantes de su vida. Que ayuden a separar lo importante de lo banal, y de esta manera no dejarse tomar por preocupaciones cotidianas, generalmente menos trascendentes, que nos inundan como seres humanos todos los días.


Sobre la familia de IAN, que contestó las preguntas de esta entrevista;

*Dra. Melina Huerin. Mamá de Ian. Médica cardióloga. Jefa de Cardiología del Instituto Cardiovascular Lezica. Residencia de Cardiología del Hospital Italiano de Buenos Aires.

*Dr. Eduardo Epstein. Papá de Ian. Director Instituto Cardiovascular Lezica. Médico, MBA. Ex residente de Medicina Interna del Hospital Italiano de Buenos Aires.

* Dr. Lucas Lucas Epstein. Hermano mayor de Ian (38). Coordinador de Terapia Intermedia Hospital Italiano de Buenos Aires. Médico. Ex residente de Medicina Interna del Hospital Italiano de Buenos Aires.

* Dr. Teo Epstein. Hermano mayor de Ian (30)  Jefe de Residente de Medicina Interna del Hospital Italiano de Buenos Aires (actualmente). Ex residente de Medicina Interna del Hospital Italiano de Buenos Aires.