Actualización en profundidad

Enfermedad renal quística neonatal

Etiologías genéticas, diagnóstico y manejo de la enfermedad renal quística neonatal

Autor/a: Leah S. Heidenreich, Ellen M. Bendel-Stenzel, Peter C. Harris, Christian Hanna

Fuente: Neoreviews (2022) 23 (3): e175e188.

Indice
1. Texto principal
2. Referencia bibliográfica
Introducción

La enfermedad renal quística neonatal contribuye a la morbilidad y mortalidad de los neonatos.(1) La enfermedad renal quística está entre las anomalías renales más comunes y su incidencia oscila entre 0,44 y 4,1 casos por 10.000 nacimientos. La enfermedad renal quística puede ocurrir de forma aislada o como parte de un síndrome con manifestaciones extrarrenales.(1)

La formación de los riñones y del sistema urinario comienza en la tercera semana de gestación, y para la novena semana de gestación se observa una función renal rudimentaria con producción de orina.(2)(3) Los riñones fetales se pueden identificar en la ecografía a las 12 semanas de gestación como estructuras ovaladas hiperecoicas. A lo largo de la gestación, la ecogenicidad disminuye y la diferenciación corticomedular se vuelve más pronunciada. Los riñones crecen en proporción al feto a menos que haya una anomalía renal fetal.(2)(3)

Las malformaciones renales son variables en apariencia y gravedad. Puede haber anomalías en tamaño, estructura, ecogenicidad y localización. La ecografía fetal es una herramienta eficaz en la caracterización de estas características del desarrollo renal.

Cuando se identifica una anomalía, puede considerarse la resonancia magnética fetal para una caracterización más detallada, particularmente si hay un patrón ecográfico inusual (ej., hiperecogenicidad renal), si hay un quiste grande, si la calidad de la imagen del ultrasonido se ve comprometida por falta de líquido amniótico, o si las características no son consistentes con un quiste renal simple y sin complicaciones.(2)

Aunque útiles para caracterizar la extensión de la afectación renal y el patrón de desarrollo de quistes a lo largo del tiempo, las imágenes por sí solas no pueden determinar la función renal postnatal eventual, un diagnóstico exacto, o una base genética para el proceso de enfermedad. Por esta razón, se recomiendan pruebas genéticas prenatales para muchos fetos con quistes renales.(1)(2)

Pruebas genéticas

Existe una superposición fenotípica significativa entre las enfermedades renales quísticas fetales. Se requieren pruebas genéticas para hacer un diagnóstico exacto. Por lo tanto, se recomienda la muestra de vellosidades coriónicas o la amniocentesis para fetos con quistes renales y manifestaciones extrarrenales, nefropatía quística bilateral y con riñones agrandados o hiperecogenicidad bilateral.(1)(2)

Ahora es posible y rentable realizar pruebas simultáneas de múltiples genes. El análisis genético con un panel de genes de ciliopatía o de enfermedad renal poliquística (ERP) utilizando secuenciación de nueva generación o de exoma completo es el enfoque preferido.(2) Es ideal testear a ambos padres y al feto o bebé para establecer un patrón de herencia. Es posible que aún se requieran pruebas adicionales para detectar variantes de número de copia pequeño o defectos en regiones genómicas complejas que no están completamente cubiertas por la mayoría de los paneles de genes.(2)

Existe una amplia heterogeneidad genética subyacente a la enfermedad renal quística en el neonato.(1)(2) Puede identificarse una enfermedad monogénica en 50% a 70% de los fetos con múltiples quistes renales y/o aumento de la ecogenicidad cortical.(2) Muchas variantes patógenas se remontan a genes que codifican proteínas ciliares. Los cilios primarios son orgánulos involucrados en la transducción de señales y la diferenciación tisular durante el desarrollo renal.(4)

Establecer un diagnóstico genético en el feto o en el período posnatal inmediato puede influir en las recomendaciones para pruebas adicionales o asesoramiento con respecto a futuros embarazos. Puede proporcionar información pronóstica a la familia y puede ayudar a delinear el probable curso neonatal.

Cilios primarios: estructura y función

Los cilios primarios son orgánulos que sobresalen de la superficie de casi todos los tipos de células de mamíferos.(4)(5) Están compuestos de microtúbulos y se forman en células en estado quiescente, no proliferante. Su estructura compacta, parecida a una antena, y los receptores altamente concentrados y las moléculas de señalización permiten la transducción rápida de información extracelular a señales intracelulares que desencadenan respuestas fisiológicas.(6)

Estos roles fisiológicos son diversos, determinados por la ubicación de los cilios y los entornos celulares y extracelulares circundantes. Los cilios contribuyen a la asimetría izquierda-derecha, proliferación celular, diferenciación de tejidos, transducción de señales, y desarrollo y funcionamiento de órganos.(7)(8)(9)

Se han descubierto casi 1000 proteínas relacionadas con los cilios y sus genes secuenciados. Variantes patógenas de estos genes pueden resultar en enfermedades humanas, denominadas ciliopatías.(10) Debido a que los cilios se encuentran en muchos tejidos, múltiples órganos pueden verse afectados por una sola variante genética. Los riñones están comúnmente involucrados en ciliopatías debido a la presencia de cilios en el tejido renal y al rol que juegan los cilios en la diferenciación del tejido renal y la transducción de señales.

Ciliopatías renales

Los cilios primarios se encuentran en la superficie apical de las células epiteliales que revisten los túbulos renales. Se proyectan en los túbulos para detectar el medio extracelular, lo que permite la transducción de señales y una diferenciación tisular adecuada durante el desarrollo renal.(4) Variantes genéticas que resultan en alteraciones estructurales y/o funcionales de los cilios contribuyen al desarrollo de ciliopatías renales caracterizadas por formación de quistes, arquitectura renal anormal, y a veces, progresión a insuficiencia renal. (11)(12)

>> Ciliopatías renales que se presentan en el período neonatal

Poliquistosis renal

La enfermedad renal poliquística (ERP) se caracteriza por la presencia de numerosos quistes bilaterales llenos de líquido en el parénquima renal.

Se desarrollan nuevos quistes y los quistes existentes se agrandan a lo largo de la vida.(13) Los quistes desplazan al parénquima renal normal y comprimen la vasculatura renal. Esto resulta en lesión renal y en cambios inflamatorios sistémicos.(14)(15) La ERP tiene 2 patrones de herencia bien descriptos: la ERP autosómica recesiva (ERPAR) y la ERP autosómica dominante (ERPAD).

La ERPAR es una enfermedad renal quística hereditaria rara que tiende a presentarse en el período neonatal o en la primera infancia. La mayoría de los casos se han relacionado con variantes en el gen PKHD1 en el cromosoma 6, que codifica la proteína fibrocistina/poliductina (FPC).(16) La FPC es una proteína transmembrana que se localiza en la superficie de los cilios y contribuye a la diferenciación adecuada del riñón, hígado, y tejido pancreático fetal.(16)

La disfunción de esta proteína se ha relacionado con diferenciación tisular inadecuada, desregulación de la proliferación celular y apoptosis, y polarización celular incorrecta, resultando en el desarrollo de enfermedad renal quística y en manifestaciones extrarrenales, incluyendo fibrosis hepática, ectasia ductal e hipoplasia pulmonar secundaria como resultado de oligohidramnios o anhidramnios.(16)(17)

La ERPAR es causada por variantes bialélicas en PKHD1, y la naturaleza de las variantes está significativamente relacionada con la gravedad de la enfermedad. Las variantes patógenas truncadas bialélicas generalmente resultan en muerte perinatal o neonatal, mientras que al menos 1 variante patógena no truncada, por lo general una variante sin sentido, a menudo se asocia con un fenotipo más leve, viable.(1)

Puede surgir la sospecha de ERPAR neonatal cuando la ecografía prenatal en el segundo o tercer trimestre revela riñones agrandados e hiperecogénicos, pequeños quistes bilaterales (generalmente de 5 a 7 mm), reducción de la diferenciación corticomedular y/u oligohidramnios. Las características de apoyo incluyen la ausencia de quistes renales en la ecografía en ambos padres, aunque la enfermedad renal quística leve de los padres y/o fenotipos hepáticos se han asociado con variantes monoalélicas de PKHD1, signos de fibrosis hepática congénita en el feto probando, ERPAR en un hermano mayor y/o consanguinidad de los padres.(1) Las pruebas genéticas moleculares son el estándar de oro para el diagnóstico debido a la superposición en el fenotipo entre las nefropatías quísticas precoces y graves.(18)(19)(20)

Para el recién nacido con ERPAR, el manejo se enfoca en la vigilancia y la atención de apoyo para minimizar la morbilidad y mortalidad. (18)(19)(20) Los bebés con ERPAR tienen riesgo de complicaciones por enfermedad renal crónica, que incluyen pero no se limitan a anemia, osteodistrofia, y déficits cognitivos. La hipertensión a menudo se manifiesta dentro del primer año de vida y puede ser difícil de manejar, requiriendo múltiples agentes antihipertensivos. Los pacientes con ERPAR tienen un mayor riesgo de hiponatremia secundaria a alteración de la dilución urinaria, así como de infecciones del tracto urinario.

Algunos pacientes se presentarán al nacer con, o progresarán a, insuficiencia renal que requiere diálisis como puente para el trasplante de riñón. (18)(19)(20) Factores de riesgo para la necesidad de diálisis en el primer año de vida incluyen oligohidramnios o anhidramnios en la ultrasonografía prenatal, aumento del tamaño renal prenatal, puntuación de Apgar baja a los 10 minutos y necesidad de soporte respiratorio postnatal, que sirve como un sustituto para la hipoplasia pulmonar secundaria a la reducción del líquido amniótico.(1)

La ERPAD es la causa hereditaria más común de falla renal.(1) Generalmente se presenta en la edad adulta. En la mayoría de los casos, la enfermedad es causada por variantes monoalélicas de pérdida de función en los genes PKD1 (78% de los casos) o PKD2 (15% de los casos). Estos genes se encuentran en el cromosoma 16 y el cromosoma 4, respectivamente, y contribuyen a la expresión de las proteínas ciliares renales policistina 1 (PC1) y policistina 2 (PC2), que se han implicado en el transporte de calcio, en interacciones proteína-proteína y en la modulación de la actividad de los canales dependientes de calcio.(21)

La pérdida o disminución de estas proteínas en la superficie de los cilios parece dar como resultado una señalización intracelular inadecuada, desregulación de la secreción de líquido transepitelial, desregulación de la proliferación de células tubulares, alteración de la polaridad celular y alteración de la diferenciación celular, todo lo cual contribuye a la implacable formación de quistes en el parénquima renal.(22)(23)

Muy a menudo, la ERPAD monoalélica es una disfunción renal de inicio en la edad adulta y la ecografía prenatal solo demuestra riñones levemente agrandados en ausencia de quistes renales.(24)(25) Todavía se considera a la ecografía renal como la modalidad óptima para el diagnóstico de ERPAD en adultos porque es rentable y no invasiva, aunque las pruebas genéticas permiten una información diagnóstica y pronóstica más definitiva. Se recomienda un panel de genes de secuenciación de próxima generación de ERP o secuenciación del exoma completo en casos neonatales e infantiles.(1)(19)

El pronóstico es variable, basado en la heterogeneidad alélica, la complejidad genética y la presencia de genes modificadores de la enfermedad renal quística. Variantes patogénicas homocigotas de PKD1 que conducen a la ausencia de expresión de PKD1 o de la función de PC1 probablemente sean fatales en el útero, según estudios en animales y la ausencia de informes de casos vivos.(26)

Las variantes bialélicas que conducen a una función PC1 muy reducida dan como resultado fenotipos severos y de inicio temprano y son probablemente las principales causas de las presentaciones neonatales e infantiles de ERPAD. En estos casos graves, la ecografía renal puede mostrar riñones agrandados y parénquima hiperecogénico, disminución de la diferenciación corticomedular y, particularmente en el período posnatal, múltiples quistes.(1)

En el útero, esto puede ser complicado por oligohidramnios. En el período posparto, los lactantes pueden experimentar hipertensión, hematuria, nefrolitiasis y/o disminución de la función renal.(26) Los bebés con enfermedad bialélica pueden progresar a insuficiencia renal y requieren diálisis como terapia puente para el trasplante renal.(26)(27)(28)

Actualmente, el tratamiento en niños se limita a proporcionar medidas de sostén y prevenir la progresión de la enfermedad. Se recomienda el monitoreo de rutina con ecografía de la carga de quistes y de la longitud renal. Debe medirse la presión arterial anualmente y se recomienda el tratamiento agresivo de la hipertensión para prevenir daños en los órganos diana.

Los niños deben ser monitoreados por proteinuria porque es un biomarcador de la progresión de la enfermedad y provoca daño renal y fibrosis.(26) Los inhibidores del sistema renina- angiotensina, como los inhibidores de la enzima convertidora de angiotensina o los bloqueantes de los receptores de angiotensina, deben ser utilizados como tratamiento primario para la proteinuria.(1)(26)

Síndrome de Bardet-Biedl

El síndrome de Bardet-Biedl (SBB) es un raro trastorno autosómico recesivo que se caracteriza por malformaciones renales y anomalías extrarrenales. Más de 20 genes se han relacionado con SBB, algunos de los cuales están implicados en otras ciliopatías, incluyendo MKS1 y CEP290.(17) Las variantes patogénicas más comunes que resultan en SBB ocurren en los genes BBS1 a BBS10, y las variantes en BBS10 están vinculadas con fenotipos de enfermedad más grave.(1)(17)

La ecografía prenatal puede revelar hallazgos normales en casos de SBB con fenotipos leves, o quistes renales uni o bilaterales, malformación del tracto urinario, ausencia de diferenciación corticomedular, presencia de riñones ectópicos, dobles o en herradura, o ausencia de riñones.(1)(29)(30)

Sin embargo, como en otras enfermedades renales quísticas, la ecografía prenatal es más probable que muestre riñones agrandados e hiperecogénicos sin diferenciación corticomedular adecuada, requiriendo análisis genético para confirmar el diagnóstico.(29)(30) Las manifestaciones extrarrenales del SBB incluyen degeneración retiniana, polidactilia y otras anomalías de las extremidades, obesidad, hipogonadismo y trastornos intelectuales.(29)(30)

Síndrome de Meckel

El síndrome de Meckel es una combinación rara y letal de encefalocele occipital, riñones poliquísticos grandes, fibrosis hepática y, en ocasiones, polidactilia postaxial.

Es un trastorno autosómico recesivo vinculado con mayor frecuencia a variantes en los loci de los genes MKS1, TMEM216 y TMEM67, aunque se han identificado más de 10 loci diferentes. Estos genes codifican principalmente proteínas de la zona de transición que se encuentran en una región en la base del cilio que regula la composición proteica de los mismos.(31)

La ecografía prenatal mostrará riñones con tamaño muy grande y oligohidramnios. Las pruebas genéticas con muestreo de vellosidades coriónicas o amniocentesis pueden proporcionar un diagnóstico en el período prenatal y se recomiendan en base al fenotipo de enfermedad grave.(1) Esto permite el asesoramiento sobre la continuación del embarazo actual y el riesgo de recurrencia en futuros embarazos.

Nefronoptisis

La nefronoptisis (siglas en inglés NPHP) es un grupo de enfermedades en su mayoría autosómicas recesivas caracterizadas por cambios quísticos, fibrosis parenquimatosa progresiva, e inflamación intersticial en los riñones.(32)(33) Se han identificado más de 20 genes patógenos relacionados con NPHP, pero éstos representan sólo un tercio de los casos diagnosticados.

La mayoría de los genes identificados codifican proteínas que se localizan en los cilios, el cuerpo basal (anclaje y sitio de acoplamiento en la base de los cilios), o los centrosomas (centros organizadores de microtúbulos) en las células epiteliales renales, con las variantes más comunes ocurriendo en el gen NPHP1 en el cromosoma 2, el gen INVS en el cromosoma 9, o el gen NPHP3 en el cromosoma 3.(34)(35) Las proteínas afectadas en la NPHP están involucradas en la adhesión celular, la señalización celular y la comunicación con otras proteínas, incluidas las proteínas policistinas que son disfuncionales en la ERPAD.(33)

La NPHP se puede encontrar aislada o como parte de un síndrome genético, a veces referido como ciliopatías relacionadas con NPHP.(17) La NPHP infantil puede presentarse in útero con oligohidramnios o después del nacimiento con reducción de la función renal en el primer año de vida, generalmente progresando a enfermedad renal en etapa terminal a los 3 años de edad.(35)

Los hallazgos asociados incluyen anomalías esqueléticas, polidipsia y poliuria como resultado de la dificultad para concentrar la orina, situs inversus y defectos cardíacos.(36) Los bebés desarrollan hipertensión severa, anemia desproporcionada a su disfunción renal, fibrosis hepática e infecciones bronquiales recurrentes.(35)(36)

>Ciliopatías adicionales relacionadas con NPHP

1. Síndrome de Joubert:

Es un trastorno genéticamente heterogéneo, con aproximadamente 40 genes diferentes implicados en su patogenia, que se caracteriza por hipoplasia del vermis cerebeloso, hipotonía, retraso en el desarrollo, patrones de respiración anormales, y discapacidad visual. (37)

Algunos niños con síndrome de Joubert tienen enfermedad renal quística y se han reportado casos de muerte secundarios a displasia renal. (37) En estos casos, la variante genética puede atribuirse a genes patógenos relacionados con NPHP, incluidos NPHP1 y MKS. (38) Además, una mutación en la variante del gen AHI1 es responsable en aproximadamente el 10% de los lactantes con esta afección. (39)

2. Síndrome de Senior-Loken:

Cuando se encuentra NPHP junto con anomalías en la retina (que pueden resultar en fotofobia, nistagmo o hipermetropía extrema), se debe considerar el síndrome de Senior-Loken. Este trastorno comparte fundamentos genéticos con  NPHP aisladas, incluidas las variantes patógenas bialélicas de los genes NPHP1, INVS y/o NPHP3-6. (40)(41)

3. Displasia torácica de costillas cortas:

a) El síndrome de Jeune es un trastorno autosómico recesivo caracterizado por un tórax pequeño, en forma de campana, que puede llevar a  asfixia torácica, huesos largos acortados y polidactilia. La displasia renal resulta en insuficiencia renal. Es un trastorno heterocigoto, con aproximadamente 20 genes diferentes implicados, con algunas variantes identificadas ligadas a proteínas de transporte intraflagelar de tipo A. (17)(42)

b) La displasia craneoectodérmica (también conocida como síndrome de Sensenbrenner) es un trastorno raro caracterizado por quistes renales y fibrosis parenquimatosa, anomalías craneofaciales, y huesos largos y dedos de manos y pies cortos. Comparte fundamentos genéticos con el Síndrome de Jeune, incluidas las variantes patógenas autosómicas recesivas en WDR35 y WDR19. (17)(43)

4. Síndrome oral-facial-digital tipo 1 (OFD1):

Este raro trastorno genético relacionado con NPHP es único en su patrón de herencia dominante relacionado al X, que a menudo es letal en pacientes masculinos. La variante patógena ocurre en el gen OFD1 en el cromosoma X. Se caracteriza por riñones poliquísticos, facies atípica, cavidad oral anormal y dedos de manos y pies acortados. (44)(45)

5. Displasia renal, hepática y pancreática (síndrome de Ivemark II):

Este es un trastorno genético raro vinculado a variantes patogénicas autosómicas recesivas en NPHP3, NEK8 y DNAJB11. Se caracteriza por quistes renales bilaterales, dilatación de los conductos biliares y quistes pancreáticos. Por lo general resulta en muerte neonatal. Si el neonato sobrevive, se espera ictericia crónica, enfermedad renal en etapa terminal, y diabetes mellitus insulino-dependiente. (45)(46)

Otras causas genéticas de enfermedad renal quistica neonatal (no ciliopatías)

La enfermedad renal quística puede surgir de variantes patogénicas en genes que codifican proteínas que no se localizan en los cilios.

Nefropatía asociada al factor 1 b nuclear de hepatocitos (HNF1B)

Este es el resultado de una variante patógena monoalélica en el HNF1B, un gen ubicado en el cromosoma 17 que codifica un factor de transcripción que regula la expresión de muchos genes relacionados con ERP y es esencial para el adecuado desarrollo de la nefrona.(1) Las variantes patogénicas en este gen pueden llevar a ERP que puede imitar el fenotipo ecográfico de ERPAD, ERPAR u otras nefropatías quísticas, incluyendo hiperecogenicidad renal y quistes renales.(17) Por lo tanto, se requieren pruebas genéticas para el diagnóstico.

Variantes, duplicaciones o delecciones se heredan de forma autosómica dominante, aunque son comunes los cambios de novo, incluyendo delecciones de genes completos. Además de la enfermedad renal quística, las variantes en HNF1B pueden provocar diabetes mellitus de inicio temprano, anomalías electrolíticas (particularmente hipomagnesemia, secundaria a disfunción tubular), disfunción hepática, anomalías genitourinarias,  hiperparatiroidismo primario e hiperuricemia que resulta en gota. (1)(47) Si los genes vecinos en el cromosoma 17 son también afectados, el paciente puede tener manifestaciones extrarrenales del síndrome de deleción 17q12, que incluyen retraso del desarrollo, trastorno del espectro autista, epilepsia y/o malformaciones oroesofágicas.(47)

Displasia renal congénita con quistes

Esta condición se caracteriza por la presencia de al menos 1 quiste renal en un riñón fetal anormal secundario a desarrollo renal aberrante. El quiste puede estar compuesto de líquido simple o tejido embriológico indiferenciado.(48) Aunque la mayoría de las enfermedades renales quísticas resultan en una estructura renal agrandada, la displasia quística es única ya que resulta en un tamaño de riñón más pequeño en la mayoría de los casos.(1)

Puede ocurrir de forma aislada o en el contexto de otros trastornos urológicos o anomalías genéticas, incluido el síndrome branquio-oto-renal (relacionado con variantes patogénicas en EYA1, SIX1 y SIX5) y el síndrome renal-coloboma (resultado de variantes genéticas en PAX2), entre otros.(49)

Riñón displásico multiquístico

El riñón displásico multiquístico (RDMQ) es la forma grave de displasia renal en la que se encuentran quistes pequeños y grandes en tejido renal inmaduro, indiferenciado y primitivo.(50)(51) La enfermedad puede ser el resultado de variantes patógenas en múltiples genes expresados ​​durante el desarrollo renal, incluyendo pero no limitado a HNF1B y PAX2. Los hallazgos en la ecografía prenatal incluyen riñones hiperecoicos y desarrollo temprano de quistes renales, vistos tan pronto como a las 20 semanas de gestación. (50)(51)

Si hay compromiso bilateral, la función renal está gravemente afectada, y la mayoría de los fetos mueren en el útero.(52) Por el contrario, en casos unilaterales, el riñón contralateral sufre hipertrofia compensatoria, y la función renal es generalmente normal.(1) Dada su característica aparición temprana, el RDMQ puede diagnosticarse en la ecografía prenatal durante el embarazo, y los exámenes ultrasonográficos en serie pueden ayudar a monitorear la función del riñón.(50)(51)

El manejo posnatal es conservador e incluye ecografía renal periódica, mediciones de presión arterial y análisis de orina para detectar proteinuria como un signo temprano de enfermedad renal crónica. En general no se requiere nefrectomía profiláctica para extirpar la displasia multiquística renal.(1)

Síndrome de Zellweger

El síndrome de Zellweger representa un grupo variado de trastornos autosómicos recesivos que resultan de variantes patogénicas en 14 genes PEX diferentes relacionados con la biogénesis peroxisomal.(1)

Las características incluyen facies atípica, displasia cortical secundaria a migración neuronal aberrante, hipotonía severa, convulsiones, anomalías esqueléticas y quistes renales subcorticales.(53) Aunque los quistes renales se identifican en casi todos pacientes con síndrome de Zellweger al momento de la autopsia, los quistes son pequeños y pueden estar ausentes o simplemente pasar desapercibidos en la ecografía prenatal.(53)

El síndrome de Zellweger se relaciona con anomalías metabólicas graves y anteriormente el diagnóstico prenatal se basaba en el análisis de los niveles de ácidos grasos de cadena muy larga en líquido amniótico o tinción citoquímica de peroxisomas en una muestra de vellosidades coriónicas.(1) Los avances en las pruebas genéticas prenatales han permitido un diagnóstico más directo y  preciso de esta condición en el útero.

Dado su fenotipo severo y la probabilidad de neurodegeneración rápida y muerte en el primer año de vida, este diagnóstico precoz puede ayudar a las familias en las decisiones sobre la continuación del embarazo y prestación de cuidados después del nacimiento.(54)

Complejo de esclerosis tuberosa (CET)

Esta es una condición autosómica dominante que resulta de una variante patógena en el gen TSC1 (en el cromosoma 9) o en el gen TSC2 (en el cromosoma 16). (55) Estas variantes conducen a disfunción proteica y proliferación descontrolada de los tejidos del cerebro, la piel, el corazón, los pulmones y los riñones. Las manifestaciones renales comunes incluyen angiomiolipomas, quistes renales y carcinomas de células renales.(55)

Aunque algunos estudios sugieren que los quistes renales pueden estar presentes al nacer o aparecer en la infancia, la mayoría de los pacientes no desarrollarán manifestaciones renales de CET hasta la adolescencia o la adultez temprana. (56)(57)

Cuando el gen TSC2 se delecciona parcialmente junto con el gen vecino PKD1, se observa un síndrome de combinación de genes contiguos TSC2/ERP1, caracterizado por ERP de inicio infantil, insuficiencia renal de inicio temprano (típicamente en la edad adulta temprana), y mayor riesgo de malignidad renal.(55)

Síndrome de Von Hippel-Lindau

El síndrome de Von Hippel-Lindau es una condición neoplásica familiar autosómica dominante causada por variantes patógenas de la línea germinal del gen supresor de tumores VHL, ubicado en el brazo corto del cromosoma 3.(58) Se caracteriza por la presencia de tumores benignos y malignos en sistema nervioso central, riñones, glándulas suprarrenales, páncreas, y órganos reproductivos. En el síndrome de Von Hippel-Lindau, los quistes renales son generalmente asintomáticos y no causan insuficiencia renal; por lo tanto, rara vez son descubiertos en la fase de recién nacido.(58)

Implicaciones prácticas para el neonatólogo

Muchas enfermedades renales quísticas en el recién nacido parecen similares en la ecografía prenatal, presentando un desafío diagnóstico para obstetras y neonatólogos. Las pruebas genéticas pueden ayudar a descubrir el diagnóstico subyacente y ayudar en el asesoramiento prenatal y el manejo posnatal.

Una vez que se identifica la enfermedad renal quística fetal, debe ofrecerse una consulta prenatal con un equipo multidisciplinario que incluya neonatólogo, médico especialista en medicina materno-fetal, nefrólogo pediátrico y especialista en genética.

Las opciones de pruebas genéticas prenatales y posnatales deben ser discutidas en base a los hallazgos renales fetales y a la sospecha de un patrón de herencia.

Si los padres rechazan las pruebas prenatales, se puede obtener una muestra de sangre de cordón en el momento del parto para facilitar las pruebas posnatales tempranas y agilizar la odisea diagnóstica. Se ha demostrado que el diagnóstico temprano para otras enfermedades genéticas mejora los resultados clínicos, ayuda en las decisiones de cuidados paliativos, y disminuye los costos de atención.(59)

Un diagnóstico definitivo puede ayudar a evitar procedimientos innecesarios (por ejemplo, biopsia renal) y a identificar manifestaciones extrarrenales y/o futuras complicaciones de un proceso sindrómico, permite el asesoramiento genético informado sobre el riesgo de recurrencia en futuros embarazos y el posible diagnóstico genético pre-implantación, y en el período prenatal, puede influir en las decisiones de las familias sobre la continuación del embarazo. En el futuro, el diagnóstico precoz puede incluso servir de guía para terapias génicas individualizadas y dirigidas.

Terapias actuales y en evolución para la enfermedad renal quistica neonatal y sus complicaciones

A pesar de los avances en la secuenciación genómica y el diagnóstico clínico, existen pocos tratamientos curativos o modificadores para la enfermedad renal quística. Los bebés afectados corren el riesgo de enfermedad renal progresiva y la consiguiente necesidad de diálisis y trasplante renal. Además, dado que la orina fetal es el mayor contribuyente al volumen de líquido amniótico, en lactantes con insuficiencia renal fetal, los efectos secundarios de hipoplasia pulmonar e hipertensión pulmonar pueden conducir a una morbilidad e incluso a una mortalidad significativas.

La atención neonatal ha avanzado significativamente en los últimos 30 años y la terapia agresiva para la hipoplasia pulmonar con modos de ventilación de alta frecuencia y óxido nítrico inhalado ha llevado a una mejor sobrevida. Las terapias de reemplazo renal también han mejorado, y aunque la diálisis peritoneal sigue siendo el pilar de apoyo para la insuficiencia renal pediátrica y neonatal, las opciones de hemodiálisis incluso para los pacientes más pequeños están evolucionando.

En abril de 2020, la Administración de Drogas y Alimentos de EE.UU. concedió la autorización de comercialización de una nueva máquina para proporcionar hemodiálisis o hemofiltración a lactantes críticamente enfermos que pesan entre 2,5 y 10 kg.(60)(61)

Conocido como sistema CARPEDIEM, este dispositivo permite un circuito de sangre extracorpórea para dializar utilizando volúmenes sustancialmente más pequeños que los utilizados en los circuitos tradicionales. (62) Abordar los desafíos únicos de la población neonatal, incluyendo la necesidad de usar pequeños catéteres de diálisis y bajos volúmenes de sangre con índices extremadamente precisos, CARPEDIEM tiene el potencial de mejorar los resultados.(63)

Otras modalidades de reemplazo renal, como la acuaféresis, pueden asimismo proporcionar hemodiálisis modificada en neonatos, con mayor éxito informado a medida que los profesionales se familiarizan y ganan experiencia con estas terapias.(64)

En última instancia, una mejor comprensión del cilio primario y su función en el desarrollo tisular y en la enfermedad renal quística puede permitir el desarrollo de terapias asociadas a los cilios. La capacidad de abordar estas anomalías aguas arriba del impacto permitirá en última instancia mitigar la morbilidad pulmonar secundaria observada como resultado de estos trastornos.

Resumen

La enfermedad renal quística neonatal abarca un espectro de trastornos de diversas etiologías.

Un porcentaje significativo de enfermedades renales quísticas neonatales se debe a una disfunción ciliar; en muchas se han identificado causas genéticas que permiten predecir el curso clínico y el pronóstico para las familias

La gravedad de la enfermedad renal quística neonatal puede variar desde una enfermedad renal clínicamente asintomática a casos más severos en los que la insuficiencia renal fetal in útero da lugar a patologías secundarias, incluyendo hipoplasia pulmonar e hipertensión  pulmonar.

Un enfoque multidisciplinario para el diagnóstico prenatal de enfermedad renal quística con un equipo que incluya medicina materno-fetal, nefrología pediátrica, neonatología y asesoramiento genético es imperativo para brindar una atención óptima a estos pacientes, así como para apoyar a los padres en futuras decisiones reproductivas.

Comentario

La enfermedad renal quística está entre las anomalías renales más comunes y puede ocurrir de forma aislada o como parte de un síndrome con manifestaciones extrarrenales.

Aunque las imágenes prenatales son útiles para caracterizar la extensión de la afectación renal y el patrón de desarrollo de quistes, por sí solas no pueden determinar la función renal postnatal eventual o el diagnóstico exacto. Por esta razón, se recomiendan pruebas genéticas prenatales para muchos fetos con quistes renales.

A pesar de los avances en la secuenciación genómica y el diagnóstico clínico, existen pocos tratamientos curativos o modificadores para la enfermedad renal quística, por lo que los lactantes afectados corren el riesgo de enfermedad renal progresiva y la consiguiente necesidad de diálisis y trasplante renal.

El enfoque multidisciplinario es fundamental para brindar un manejo adecuado de estos pacientes y para ayudar a las familias en la toma de decisiones con respecto a nuevos embarazos.


Resumen, traducción y comentario objetivo: Dra. María Eugenia Noguerol