Si sufre de dolor lumbar crónico, el yoga podría ofrecerle tanto alivio como la fisioterapia, muestra un nuevo ensayo.
El hallazgo menos positivo es que ambas terapias no llegaron a ayudar a todo el mundo.
Las personas que hicieron yoga o fisioterapia reportaron menos dolor, en promedio, tras 12 semanas, una mejora que se mantuvo más de un año. Y algunas pudieron prescindir de los analgésicos.
Pero muchos no lograron obtener un alivio significativo, anotaron los investigadores.
Los expertos dijeron que los hallazgos reflejan la realidad del dolor lumbar crónico: ningún tratamiento individual ha resultado ampliamente efectivo.
"No tenemos una panacea", dijo el investigador líder, el Dr. Robert Saper.
Según las directrices publicadas a principios de año por el Colegio Americano de Médicos (American College of Physicians, ACP), las opciones no farmacológicas deben ser la primera línea de tratamiento para el dolor lumbar.
Esto se debe en gran parte a que los analgésicos y otros fármacos no son muy efectivos, y conllevan efectos secundarios.
El yoga se incluyó en la lista de opciones del ACP, dijo Saper, profesor asociado en la Facultad de Medicina de la Universidad de Boston.
Pero incluso al recomendar el yoga (y técnicas como las vendas calientes, la acupuntura y el masaje), el ACP enfatizó que las evidencias son limitadas. Hasta ahora, los estudios han mostrado beneficios de "pequeños" a "moderados" de cada una de las terapias.
Elissa Stein, una escritora independiente de 53 años de edad de la ciudad de Nueva York, comentó que ha sufrido ataques debilitadores de dolor de espalda desde que se lesionó en un accidente de coche a los 16 años.
"Cuando uno siente que no puede hacer nada excepto tomar un relajante muscular, es terrible", dijo.
Decidió probar el yoga hace unos 14 años.
Al principio, contó Stein, el yoga ofrecía un "buen estiramiento". Pero entonces comenzó a percibir otros beneficios, como el enfoque en la respiración consciente y la meditación.
"Ahora, me ayudo a mí misma, en lugar de depender de fármacos", comentó Stein.
El nuevo estudio se enfocó en pacientes que quizá con frecuencia no tengan acceso a terapias complementarias. Incluyó a 320 pacientes con ingresos bajos y sobre todo de minorías, que sufrieron de un dolor lumbar persistente durante al menos 12 semanas. La edad promedio era de 46 años.
Los pacientes se asignaron al azar a 12 clases semanales de yoga, a 15 sesiones de fisioterapia, o a un grupo de "educación" que recibió un libro sobre cómo gestionar el dolor de espalda.
Tras las primeras 12 semanas, se asignó a los practicantes de yoga a seguir tomando clases o a practicar en casa con la ayuda de un DVD, un manual y utensilios de yoga.
A las 12 semanas, tanto al grupo de yoga como al de fisioterapia les iba mejor que al grupo de educación.
Casi la mitad del grupo de yoga (un 48 por ciento) había experimentado una mejora "clínicamente significativa" en el dolor y lo discapacidad, suficiente como para hacer una diferencia en sus vidas diarias, explicó Saper.
Lo mismo sucedió con un 37 por ciento de los pacientes de fisioterapia, frente a un 23 por ciento de los pacientes que recibieron la educación. (Aunque las cifras del yoga parecen mejores, la diferencia entre el yoga y la fisioterapia no fue estadísticamente significativa).
Normalmente, los beneficios tanto de los que practicaron yoga como de los pacientes de fisioterapia duraron más de un año, dijeron los investigadores.
"Fue un estudio excelente", dijo el Dr. Stefan Kertesz, autor de un editorial que acompañó al estudio. Para él, el yoga debe ser "una herramienta más" que los médicos sugieran a los pacientes con dolor de espalda.
"Pero no debemos exagerarlo, de la forma en que históricamente se exageraron los beneficios de los fármacos y los procedimientos", advirtió Kertesz, profesor asociado en la Facultad de Medicina de la Universidad de Alabama, en Birmingham. "La realidad es que el yoga no fue una panacea para la mayoría de estos pacientes".
En el mundo real, dijo Kertesz, la decisión sobre el tratamiento probablemente se base en las preferencias de un paciente, y en lo que resulte práctico.
Saper se mostró de acuerdo. "Una clase de yoga puede costar 18 o 20 dólares", apuntó, y es poco probable que el seguro la cubra.
Al mismo tiempo, anotó Saper, la fisioterapia es cara, e incluso los pacientes asegurados pueden enfrentarse a copagos altos.
Esos tipos de barreras son un gran problema, según Kertesz. "¿Cómo hacemos que esas cosas sean más accesibles para las personas?", preguntó.
Las personas interesadas en el yoga deben ser conscientes de que hay muchos estilos distintos, apuntó Saper. Quizá la clase "del barrio" no sea adecuada para alguien con problemas graves de dolor.
Las clases del ensayo eran estandarizadas e incluían posturas más suaves, con frecuencia asistidas con sillas y otros implementos, prácticas de respiración y meditación.
El estudio aparece en la edición en línea del 19 de junio de la revista Annals of Internal Medicine.
FUENTES: Robert Saper, M.D., associate professor, family medicine, Boston University School of Medicine, and director, integrative medicine, department of family medicine, Boston Medical Center; Elissa Stein, New York City; Stefan Kertesz, M.D., associate professor, preventive medicine, University of Alabama at Birmingham School of Medicine; June 19, 2017, Annals of Internal Medicine