En los niños pequeños

Las dietas restrictivas podrían provocar problemas en la tiroides

Reducir la cantidad de alimentos con yodo llevó a una deficiencia que causó daños al metabolismo de dos niños, según un estudio de caso

Fuente: MedlinePlus

Dos casos de niños que desarrollaron una deficiencia de yodo ponen de relieve los riesgos de imponer demasiadas restricciones a la dieta de los niños pequeños, según unos investigadores.

Los médicos afirman que los niños (de 2 y 5 años de edad) desarrollaron una deficiencia de yodo porque en su dieta faltaba la sal, productos lácteos, pan y otras fuentes del mineral.

La deficiencia de yodo es habitual en los países en desarrollo, pero prácticamente se había eliminado en Estados Unidos después de que se introdujera la sal yodada hace casi cien años.

Pero todavía puede presentarse si la dieta de un niño se limita de forma estricta, comentó la autora del estudio, la Dra. Brigid Gregg, endocrinóloga pediátrica en el Hospital Pediátrico C.S. Mott de la Universidad de Michigan.

"Los padres deberían ser conscientes de que si realmente están restringiendo los alimentos que comen sus hijos, es posible que se produzca una deficiencia de yodo", señaló Gregg.

El cuerpo necesita el yodo para producir hormonas tiroideas, que ayudan a controlar el metabolismo y otras funciones esenciales. Con la carencia de yodo, la glándula tiroidea puede volverse hipoactiva, lo que se conoce como hipotiroidismo.

En los bebés y los niños pequeños, esto puede resultar en un crecimiento retrasado e incluso un daño cerebral, indicó Gregg.

Aun así, dijo, cuando un niño pequeño no está creciendo bien, el hipotiroidismo "no es la primera cosa en la que se piensa". Y cuando se sospecha de la presencia de hipotiroidismo, los médicos no suelen pensar que en el fondo del problema esté la deficiencia de yodo, añadió.

"Normalmente no pensamos en ello en este país, porque hemos considerado que el problema estaba 'resuelto' en EE. UU.", dijo Gregg.

Uno de los niños que trató su equipo tenía 5 años de edad y le habían diagnosticado autismo. Sus padres le daban una dieta sin gluten ni caseína, lo que significaba que no consumía productos lácteos y granos que son fuentes de yodo importantes en la típica dieta estadounidense.

Sus padres le llevaron al pediatra porque sufría de fatiga y estreñimiento crónico, que son dos síntomas de hipotiroidismo. El médico descubrió que el niño tenía bocio, que es una glándula tiroidea agrandada.

A partir de ahí, se realizaron pruebas al chico de la enfermedad autoinmune de la tiroides, en la que el sistema inmunitario ataca por error a la glándula. Pero no hubo evidencias de que el sistema inmunitario se hubiera vuelto en su contra.

En lugar de eso, resultó ser una deficiencia de yodo.

El segundo caso era el de un niño de 2 años de edad con un retraso en el crecimiento y una dieta limitada: ambas cosas porque él no quería comer muchos alimentos y por las restricciones de sus padres. Habían reemplazado a la leche de vaca con leche de coco, evitaban los alimentos procesados y usaban sal marina en lugar de sal de mesa.

Según Gregg, estas cosas se hicieron con buena intención. El problema fue que la dieta del niño no tenía buenas fuentes de yodo.

Ni la sal marina ni la leche de coco contienen ese mineral, dijo Marina Chaparro, dietista clínica y vocera de la Academia de Nutrición y Dietética (Academy of Nutrition and Dietetics).

"Yo recomendaría usar sal yodada", dijo Chaparro, que no participó en el estudio. "Esa es probablemente la forma más fácil de asegurarse de que su hijo esté consumiendo suficiente yodo".

Y no se necesita mucho, indicó: media cucharadita de sal yodada cada día sería suficiente para un niño.

La leche, el yogur y los panes de producción comercial son probablemente la fuente de alimentos con yodo más fácil para los niños, según Chaparro. Pero el pescado y las algas marinas también la contienen, dijo.

Para Chaparro, los dos casos enfatizan un problema más amplio: los niños que siguen dietas restringidas podrían estar en riesgo de sufrir varias deficiencias nutricionales si los padres no están bien informados.

"Los niños no son pequeños adultos y tenemos que tener cuidado de no imponerles a ellos nuestras restricciones dietéticas", dijo Chaparro.

Sugirió que cuando los padres eliminan ciertos alimentos, como la carne o los productos lácteos o los granos que contienen gluten, hablen con su pediatra o con un dietista sobre el mejor modo de reemplazar esos alimentos.

Chaparro también advirtió a los padres con respecto a caer en las redes de las dietas de moda. "Nunca ponga a un niño a seguir una dieta de moda", dijo.

Los hallazgos aparecen en la edición en línea del 10 de mayo de la revista Pediatrics.


FUENTES: Brigid Gregg, M.D., assistant professor, pediatrics, University of Michigan C.S. Mott Children's Hospital, Ann Arbor, Mich.; Marina Chaparro, M.P.H., R.D., spokesperson, Academy of Nutrition and Dietetics; May 10, 2016, Pediatrics