Por Lily Kuo
NUEVA YORK (Reuters) - Una pareja gay pronta a casarse, un maestro retirado y su esposa y dos pares de padres e hijos se encuentran entre las personas a quienes les cambió la vida esta semana, cuando una mujer estadounidense de 35 años, y madre soltera de cuatro hijos, donó un riñón a un extraño en Nueva York.
"No estoy perdiendo nada", dijo Honica Brittman, vestida con una bata azul y blanco antes de la cirugía en la que daría, gratis, el primer riñón de una cadena de cinco trasplantes renales en el Hospital Presbiteriano de Nueva York/Centro Médico de la Universidad de Columbia.
"Realmente ayudar a alguien a vivir un poco más, mucho más, es algo increíble", agregó la mujer de Carolina del Norte.
Brittman, que se decidió a ser parte del intercambio después de saber que no podía donar su riñón a un amigo de la familia debido a que era incompatible, representa lo que los expertos dicen que es un número clave y creciente de donantes "altruistas" o "no-directos", personas que desean donar a alguien que lo necesita y que tiene un tipo de sangre, antígenos y otros factores compatibles.
Se considera que los peligros para la salud en los donantes renales son bajos. El riesgo de muerte en la cirugía es de uno en 1.700, según la Fundación Nacional Renal, y la expectativa de vida permanecería igual con un solo riñón.
La presión arterial es un posible efecto colateral y los críticos señalan que no hay datos nacionales bien recopilados sobre los peligros relacionados con los trasplantes de donantes vivos.
Los expertos dicen que los donantes como Brittman son clave para ayudar a más de 90.000 personas que esperan un trasplante de riñón en Estados Unidos, según la Red de Trasplantes y Obtención de Organos de Estados Unidos.
Como en el caso de Brittman, los donantes pueden comenzar una cadena de trasplantes renales que aumenta el número de personas beneficiadas por los riñones de donantes vivos, que típicamente duran más que los de personas fallecidas.
Las cirugías del miércoles y jueves, que requirieron 10 equipos quirúrgicos separados y semanas de coordinación, se realizaron de una serie de intercambios entre un grupo de hombres y mujeres de entre 23 y 68 años con tipos sanguíneos compatibles, todos motivados por una mezcla de compasión y compromiso a sus seres queridos.
La cadena comenzó con Brittman, quien donó un riñón a un productor de televisión de 39 años cuyo compañero de más de una década donó a su vez un riñón a un empresario del estado de Nueva York.
Un hijo del empresario, un estudiante universitario quien sintió que por ser sano y el más joven de cuatro hermanos debía hacer algo en nombre de su padre, donó uno de sus riñones a otro joven de 23 años originario de Haití.
El padre de este joven a su vez donó un riñón a un maestro retirado de Nueva Jersey.
Las cirugías se realizaron en salas continuas, con los médicos pasando de una otra para entregar el pequeño órgano vital del donante al receptor.
La cadena que Brittman hizo posible terminó el jueves cuando una mujer, la esposa del maestro retirado, donó un riñón a otra mujer que había esperado cuatro años por un trasplante.
"Todo esto parte del hecho de que esta joven mujer quería donar un riñón por razones de altruismo sin conocer a ninguno de los receptores", dijo Lloyd Ratner, cirujano y director del trasplantes renales y pancreáticos del hospital.
Si bien no hay información nacional concluyente sobre el número de donantes como Brittman, los expertos estiman que ha aumentado en 100 a 200 por año, desde apenas decenas unos años atrás.
"Después de que una cadena logra publicidad, hay un flujo de potenciales donantes que se contactan con redes y centros de trasplantes", dijo Alvin Roth, un profesor de economía de la Escuela de Negocios de Harvard.