María Valerio | Madrid
El dolor de espalda crónico afecta a miles de trabajadores europeos cada año, y sus bajas laborales tienen un importante costo económico para sus empresas. Un ensayo holandés muestra ahora que un enfoque integral (que incluya medidas ergonómicas en su lugar de trabajo, entre otras cosas) puede ser más rentable que los cuidados habituales.
Johannes Anema y su equipo, de la Universidad de Amsterdam, evaluaron a 134 pacientes (de 18 a 65 años) que llevaban sufriendo dolores de espalda más de 12 semanas (alrededor de tres meses) y que se encontraban de baja laboral por este motivo.
A la mitad de ellos les trataron como se hace habitualmente con la lumbalgia, con visitas periódicas a su médico de cabecera y uso de la analgesia estándar. A los 66 restantes, por el contrario, les sometieron a un programa integral, con visitas de especialistas en medicina preventiva a su lugar de trabajo para implementar mejores medidas ergonómicas, la atención de un fisioterapeuta y una progresiva actividad física dirigida a que regresase poco a poco a su puesto de trabajo, consejos personalizados...
Al cabo de 12 meses, este programa de rehabilitación logró no sólo mejores tasas de recuperación de los pacientes, sino un importante ahorro en términos económicos. Mientras el primer grupo supuso un coste anual de unas 18.475 libras (alrededor de 22.000 euros), el nuevo programa 'integral' sólo se gastó 13.165 libras por cabeza (el equivalente a unos 15.00 euros).
Los autores consideran que en estos tiempos de estrecheces financieras, las evaluaciones económicas de este tipo de problemas frecuentes entre la población deberían ser tenidas en cuenta. De hecho, añaden, sus análisis revelan que por cada libra invertida en los pacientes con lumbalgia crónica gracias a su nuevo sistema, revierten alrededor de 26 libras en término de beneficios laborales y sociales.
Sólo en el Reino Unido, se calcula que el dolor de espalda le cuesta a la sociedad alrededor de 14.000 millones de euros, y unos 6.000 millones de euros en el caso holandés. El 93% de este dinero se debe a la reducción en la productividad de los trabajadores afectados, frente a sólo el 7% que consumen en gastos sanitarios directos (como fármacos, por ejemplo). Con sus medidas ergonómicas y de ejercicio físico, apuntan, podría reducirse esta carga de manera sencilla.