Todos los participantes en el estudio levantaban peso. (Foto: Corbis) / MARÍA SAINZ
El uso, y abuso, de esteroides anabolizantes, además de ilegal, es peligroso. Aunque ya se sabía que el corazón es uno de los órganos que más sufre el efecto perjudicial de esta sustancia, un pequeño estudio muestra que el daño podría ser mayor del que se creía hasta ahora.
Los expertos de la escuela médica Harvard (Boston, EEUU) reclutaron a 19 deportistas de un gimnasio, todos eran hombres y levantadores de peso. Doce afirmaron haber consumido esteroides anabolizantes androgénicos (testosterona y sustancias derivadas) para aumentar la masa muscular. La dosis media fueron 675 miligramos semanales de la citada hormona masculina durante 468 semanas.
Además de conocer el consumo de anabolizantes y de otras sustancias tóxicas (alcohol, cannabis, anfetaminas, cocaína, opiodes), los investigadores realizaron una ecocardiografía a todos los participantes para analizar el estado de su corazón. Sus resultados aparecen publicados en la revista 'Circulation: Heart Failure'.
La edad (una media de 40 años), el tipo de entrenamiento (horas de ejercicio, intensidad) o el índice de masa corporal fueron similares entre la veintena de deportistas. Eso sí, los usuarios de anabolizantes presentaron una mayor musculatura.
Como era de esperar, al estudiar la estructura y el funcionamiento del corazón de estos hombres, la peor salud cardiovascular se detectó entre los que tomaban la citada sustancia ilegal. Pero no sólo eso. Los científicos se sorprendieron al encontrar un detrimento mayor del que ya habían identificado estudios anteriores.
En las fases de sístole y diástole
El ventrículo izquierdo de los consumidores de anabolizantes funcionó peor en sístole (cuando se contrae para bombear) y en diástole (cuando está en reposo y se llena de sangre). Durante esta última, los firmantes subrayan que, entre otras disfunciones, el ventrículo sufrió problemas para relajarse.
En la fase de sístole, los autores del artículo midieron la fracción de eyección del ventrículo; es decir, el nivel de contracción del corazón mientras bombea. Si una cifra normal ronda el 60% o 70%, en 10 de los 12 usuarios de testosterona ésta fue igual o menor al 55%, frente a uno de los siete deportistas que no tomó anabolizantes.
"Nuestros resultados sugieren que la deficiencia cardiaca [...] podría ser más severa de lo que se había detectado hasta ahora", subrayan Aaron L. Baggish y su equipo.
¿Por qué se encontró un daño mayor?
Una de las posibles explicaciones de este peor pronóstico puede ser la edad de los participantes (unos 40 años). Otros trabajos previos se centran en deportistas más jóvenes que, por tanto, podrían no haber desarrollado todavía los citados problemas cardiacos.
Otra razón argumentada por los autores es que los participantes no eran deportistas de alta competición, como en otros ensayos, y estos últimos suelen presentar un mejor estado de salud.
Actualmente, este mismo grupo de expertos está conduciendo otra investigación para ratificar los datos obtenidos e indagar en otros factores asociados en el citado daño cardiovascular. De hecho, como ellos mismos reconocen, el estudio aparecido en 'Circulation' cuenta con algunas limitaciones, como el tamaño de la muestra o el confiar en la información aportada por los deportistas (sin haberla contrastado con un método objetivo).
Sea como sea, el documento alerta sobre el consumo de anabolizantes. "Las reducciones observadas en la función sistólica del ventrículo izquierdo [...] son de una magnitud que se sabe puede incrementar el riesgo de fallo cardiaco o muerte súbita", concluyen.