Complejo de Adonis

Vigorexia: cuando el deporte también enferma

La vigorexia es la preocupación obsesiva por el físico y una distorsión del esquema corporal, también conocida como el complejo de Adonis.

Problemas de autoestima, la obsesión por el “cuerpo ideal”, los anabólicos y el gimnasio conforman un cóctel fatal. La palabra de los especialistas.

Por Silvina Fiszer Adler (*) Foto: Cedoc

 Ampliar Hasta no hace mucho tiempo, Federico vivía, dormía y comía pensando en sus músculos. El gimnasio, ese lugar a donde llegó porque el rugby le exigía un cuerpo algo más formado y no tan liviano como el que tenía, acaparó todos los aspectos de su vida y pasó de ser un espacio para mantener el organismo sano a una invitación al infierno.

“ El gimnasio no es un ambiente enfermo sino que uno es vulnerable a determinado tipo de situaciones”, explica Federico, y busca dejar en claro que el problema no está en las prácticas deportivas en sí sino en la obsesión en la que se puede convertir el torneado de la figura. Es que este joven, de 29 años y hablar acelerado, cayó en las redes de la vigorexia y los anabólicos cuando sólo buscaba un complemento para el rugby, y la musculatura se convirtió en una obsesión que terminó limitando su vida laboral, social y hasta sexual.

Deporte insalubre. “La vigorexia es un trastorno en donde generalmente adolescentes varones sienten que su cuerpo es esmirriado, muy delgadito, y entonces hacen muchas pesas para lograr un cuerpo mucho mas grande, hasta que se parecen a Schwarzenegger”, explica Mabel Bello, doctora en psiquiatría y fundadora de la Asociación de lucha contra la Bulimia y Anorexia (ALUBA).

Actualmente en la institución insignia de la lucha contra la Bulimia y la Anorexia hay siete casos de chicos que enfermaron por esa preocupación obsesiva por el físico y una distorsión del esquema corporal, también conocida como el complejo de Adonis. Uno de ellos es Federico. “En realidad, lo que tienen es miedo a vivir, miedo a crecer. Tienen vergüenza y no actúan con chicos de su edad. Están sumamente acomplejados, se vuelven retraídos, a veces violentos y tienen una mala relación familiar” agrega la profesional.

Es deporte, pero no ayuda al cuerpo. A la hora de detectar la enfermedad, la asociación de la gimnasia con la vida sana dificulta el panorama. Es que muchas veces en lugar de ver una conducta adictiva el entorno del enfermo cree que el deporte es una salida sana a los problemas, sin importar los riesgos y sin caer en cuenta sobre el uso de sustancias dañinas como los anabólicos.

Sin embargo, las marcas que deja la vigorexia en el cuerpo son graves, y en muchos casos se pueden convertir en peligrosas y fatales. “ El excesivo ejercicio junto con una dieta no indicada con un aumento excesivo de proteínas e hidratos de carbono puede ser perjudicial”, manifiesta el doctor Norberto Debbag, deportólogo, cardiólogo y médico del Club Atlético Atlanta.

“Lo desmedido y sin límites de la actividad deportiva conduce a lesiones osteo-músculo-tendinosas, taquicardia, mareos y cefaleas. Siempre hablamos de personas que están entre los 18 y 35 años de edad, con un buen estado de salud y previo chequeo médico”, completa el especialista, que además destaca que también es importante el esfuerzo cardiovascular, por lo que resulta fundamental el chequeo cardiológico porque de haber alguna alteración se podría desencadenar una muerte súbita.

Ser musculoso para no mostrarse. Si bien aquellos que sufren de vigorexia no desarrollan sus músculos con el objetivo de exhibirse de forma desmedida, Debbag asegura que durante la víspera del verano los casos de vigorexia transitoria aumentan en respuesta a la mayor exposición del cuerpo. En los casos más severos, el panorama cambia y muchos se esconden detrás de la ropa para ocultar figuras sumamente trabajadas porque no están todavía conformes con la imagen que les devuelve el espejo. “Hubo una época en la que me mostraba. Siempre de musculosa, de mangas cortas ajustadas, shorts o bermudas, fuera verano o invierno. También pase por periodos de ocultamiento. Era verano y estaba de campera y pantalones largos”, recuerda Federico.

Una lucha de todos los días. Al igual que los que padecen bulimia y anorexia, los vigoréxicos mantienen una lucha diaria con su enfermedad. “Todavía sigo en la pugna con la enfermedad porque yo también me vinculé a nivel profesional con la musculación. Tengo un título en musculación, otro de personal trainer y otro de nutrición deportiva. La idea es volver en un futuro no muy lejano a mi profesión, a la musculación, con cautela y sanidad y tener alumnos particulares”, anhela Federico, y repite una vez más, para no dar lugar a confusión, que el culturismo y la musculación son deportes muy sanos y nobles. “Esta en uno el hecho de ir por el camino adecuado o no. Siempre depende de uno y yo, en su momento, no lo supe manejar”.

*Redactora de Perfil.com