Introducción
La incidencia de diabetes mellitus tipo 2 (DM-2) está aumentando rápidamente y con ello también aumenta el riesgo de adquirir enfermedad cardiovascular. EL mismo fenómeno se observa con la presión arterial (PA) y la hipertensión. Tanto la hipertensión como la DM-2 están relacionados con el síndrome metabólico.
Los autores de este artículo buscaron la relación entre la PA y la progresión de la PA con la incidencia de DM-2 en una gran cohorte de mujeres sanas.
Métodos
Participantes. Todas las participantes pertenecían al estudio Women’s Health Study, un estudio aleatorio que evaluó los riesgos y beneficios de la vitamina E y una dosis baja de aspirina como prevención primaria de enfermedades cardiovasculares y de cáncer.
El estudio comenzó en 1993 e incluyó a 39.876 mujeres sanas profesionales de Estados Unidos con 45 o más años de edad. Las participantes fueron divididas en forma aleatoria para recibir 100 mg de aspirina día por medio, 600 UI de vitamina E día por medio, ambos agentes o placebo. Los resultados de esta intervención terapéutica fueron ya publicados y no forman parte del motivo de esta presentación.
Se registraron numerosas variables y el estudio terminó el 31 de marzo de 2004, habiéndolo completado 38.172 mujeres que forman la base de esta evaluación.
Variables analizadas. Las mujeres fueron clasificadas en 4 categorías predefinidas:
- Menos de 120 mm Hg para la PA sistólica y menos de 75 mm Hg para la PA diastólica (PA óptima).
- 120–129 mm Hg para la PA sistólica y 75–84 mm Hg para la PA diastólica (PA normal).
- 130–139 mm Hg para la PA sistólica o 85–89 mm Hg para la PA diastólica (PA normal alta).
- La participante tomaba medicación antihipertensiva y/o tenía una PA de 140 mm Hg sistólica o 90 mm Hg diastólica (hipertensión).
Otras covariables registradas fueron: edad, tabaquismo, etnia, hipercolesterolemia, presencia de DM-2, índice de masa corporal (IMC), antecedentes familiares de diabetes, actividad física, consumo de alcohol y nivel de educación.
Resultados
La incidencia global de DM-2 fue de 4,5 episodios por 1000 personas-años. En el momento de la selección y agrupación aleatoria el 25,5% de las participantes eran hipertensas, 12,7% tenían PA normal alta, 29,2% eran normotensas y 32,7% tenían PA óptima. Los valores altos de PA se asociaron con edad avanzada, mayor IMC y mayor prevalencia de hipercolesterolemia e historia familiar de diabetes.
Durante un seguimiento promedio de 10,2 años, 1672 de las 38.172 mujeres desarrollaron DM-2. El grupo de hipertensas y de PA normal alta fueron las que más desarrollaron DM-2 (Figura 1).
Figura 1.Tasa de incidencia de DM-2 por 1000 personas/años según el grado de PA. La tendencia fue de p <0,0001.
El aumento de IMC se relacionó con un aumento en la incidencia de DM-2, pero esta relación aumentó considerablemente cuando se agregó el factor hipertensión (Tabla 1).
Tabla 1. Tasa de incidencia de DM-2 por 1000 personas/años ajustada a la edad
IMC |
PA óptima |
PA normal |
PA normal alta |
Hipertensión |
Normal | 0,63 | 0,96 | 1,79 | 2,3 |
Sobrepeso | 2,33 | 3,38 | 4,94 | 7,48 |
Obesidad | 7,58 | 9,85 | 13,27 | 20,53 |
La presencia de componentes del síndrome metabólico se dio en mayor grado entre las mujeres con PA normal alta y las hipertensas.
Las mujeres que al inicio del estudio eran normotensas, pero progresaron hacia la hipertensión tuvieron un 64% de riesgo de DM-2 y este riesgo se duplicó cuando los valores basales de PA ya eran altos.
Discusión
En este estudio, tanto la PA basal como la progresión de la PA a lo largo del seguimiento fueron fuertes factores de riesgo de DM-2. Este efecto fue independiente del IMC y de otros componentes del síndrome metabólico. Es interesante destacar que las mujeres con PA normal alta tuvieron un riesgo mucho mayor de DM-2 comparadas con las mujeres con PA óptima o normal.
En resumen, de los hallazgos de los autores se puede decir que ni la obesidad ni el síndrome metabólico alcanzan por si solos para justificar el aumento de DM-2. En este estudio, el factor independiente más importante de riesgo de DM-2 fueron la presencia de PA alta al origen del estudio y la progresión de una PA normal inicial hacia la hipertensión durante el seguimiento. El agregado de un aumento del IMC incrementó aún más el riesgo de DM-2.
La disfunción endotelial podría ser uno de los mecanismos fisiopatológicos más comunes que podrían explicar la fuerte asociación entre el aumento de la PA y la incidencia de DM-2. Esta hipótesis se basaría en que tanto el aumento de PA como la presencia de DM-2 están asociados con un aumento de los marcadores de disfunción endotelial y de inflamación.